Coronavirus, mosquitos tigre, abejas asesinas, avispas gigantes asiáticas, cocodrilos del Duero… ¡Por favor, el que esté jugando al Jumanji que acabe ya! Porque en los últimos tiempos no solo han salido a la luz esos bichos. También ha prosperado entre nosotros un animalejo muy molesto: el pazguato.

El pazguato no es un pez, ni es un gato. Tampoco un pato. Vive entre nosotros y aprovecha cualquier ocasión para mostrar en público sus carencias. Estos días hemos visto actuar a varios pazguatos, empleando como escusa el asesinato de un ciudadano afroamericano en Minnesota.

Así, en EEUU, para criticar el racismo de la policía, hay pazguatos que han ultrajado un monumento al 54º regimiento de voluntarios de Massachusetts. Un regimiento formado por soldados negros.

En Inglaterra hay quien ha atacado una estatua de Winston Churchill, sin saber que, de no ser por la férrea voluntad de Sir Winston, hoy viviríamos bajo el yugo nazi de Adolf Hitler.

En España, otro pazguato, ha pintarrajeado una frase en inglés sobre un lazo negro en honor a las víctimas del coronavirus. Y ha escrito esa frase con faltas de ortografía, para que no pasemos por alto lo tremendamente pazguato que es.

Hay mil formas de mostrar nuestro rechazo al racismo. Hay mil formas de mostrar nuestro apoyo a la justicia social. Pero el pazguato no las conoce. Prefiere presumir de lo poco que sabe.

*Escritor