La problemática que rodea la falta de atención en toda su amplitud al litoral castellonense es una patata caliente que los políticos acostumbran a utilizar como un juego de pelota, dependiendo del lugar de poder que ocupen en cada momento. Tanto es así que se suceden las legislaturas y gobiernos de distinto signo ponen sobre la mesa, según proceda, la necesidad de un plan integral para toda la costa. En el transcurso de los años las continuas agresiones del mar en la franja costera saltan a la palestra hasta que, tras algunos parcheos puntuales, pasan al olvido y continúan dejando a los municipios costeros sin posibilidad de atender las necesidades más acuciantes que afectan al término municipal y que son el principal recurso para favorecer su atractivo cara al turismo.

Ya fueron los paseos marítimos los que sufrieron los terribles efectos del oleaje y precisaron de atención urgente ante los graves destrozos en Almenara y en toda la zona castellonense, pero a ellos se han sumado otros daños por falta de escolleras y obras de protección, pasarelas que han desaparecido con el tiempo, playas de arenas que ahora son auténticos roquedales, como ocurre ahora en el Grao de Burriana; los últimos destrozos en la playa nudista de Vinaròs, que se podían haber agravado si se llega a producir el derrumbe durante el día, y un largo etcétera de desperfectos y falta de plan estratégico que ponga fin a tanto problema. Mientras, en las directrices de los políticos continúa la apuesta por atacar al rival como principal objetivo, aunque estos esfuerzos sirvan para bien poco, en lugar de trabajar codo con codo en resolver un grave problema que, por necesidad, exige una plan integral para toda la costa de la provincia de Castellón. Las batallitas no resuelven los problemas, solo los alargan en el tiempo.