Querido lector:

El CD Castellón tiene la oportunidad de dar una alegría a una ciudad y a una afición que no las ha tenido en muchos años. Fácil no va a ser. Debe ganar obligatoriamente frente al Gavà o lograr un empate con muchos goles. Una tarea complicada pero no imposible, que supondría un punto de inflexión en la historia reciente del club albinegro.

Muchos dirán que la importancia no es tanta. Que es un ascenso de Tercera a Segunda División B, una categoría también maldita. Pero se equivocan. Un ascenso del Castellón podría representar un cambio de tendencia tan necesario como imprescindible en la consideración del club, en la ilusión de su castigada afición, en la autoestima colectiva de ciudad e incluso en la gestión de la misma sociedad, cuyos responsables ahora parece que han adoptado una senda de responsabilidad negada en las últimas décadas.

No me atrevo a decir que el ascenso repercutiría necesariamente en la política del club y de la sociedad cara a acometer el futuro con más garantías de las que ahora tienen porque no sería así. Pero a buen seguro que una dinámica en positivo podría acarrear algunos factores colaterales importantes. En primer término, la economía de la sociedad mejoraría con la capacidad de un presupuesto más elevado, tal y como exige la categoría. En segundo término, es posible que empresas radicadas en la ciudad prestaran un mayor apoyo del aportado hasta ahora. En tercer lugar, la afición si es bien tratada, incrementaría su filiación a los colores y respaldaría de más numerosa toda la temporada. Y en cuarto lugar, la ilusión colectiva generaría expectativas que bien gestionada impulsaría al club.

Estos imputs no salvarán la paupérrima situación económica ni legal del Castellón. Pero sí harían desaparecer viejos fantasmas y acometer el futuro con otros parámetros. El presidente Cruz lo sabe y por tanto sabe lo que se juega. Dependerá de si la pelota entra o no, es el riesgo y la grandeza del fútbol. Pero también lo es una seriedad que por ahora y a pesar de los antecedentes, al menos en la gestión, comienza a notarse.