Querido lector/a, acabamos de asistir a unos de los grandes y aberrantes atentados terroristas de la historia. Me refiero al que se ha perpetrado en Egipto, en manos de la gente partidaria del ISIS, del Estado Islámico, y contra una mezquita de la variante Sufí del Islam. Y digo grande y aberrante porque han matado a más de 300 personas. Pero, además, está la forma, la de colocar una bomba a la salida de una mezquita y achicharrar metralleta en mano a todos los que se escapaban corriendo, a los que se acercaron a ayudar y a las ambulancias que fueron a recoger y trasladar a los afectados. Por cierto, si hablo de terror es por no hablar de horror, espanto, pánico, pavor, etc. Pero, sin embargo, este artículo no es para volver a una lamentable noticia que ya conocen. Lo escribo porque esa atrocidad me ha hecho recordar que, no hace mucho tiempo, cuando los atentados de la sala Bataclan de París, el socialista francés Jack Lang, prestigioso profesor y antiguo ministro de Cultura, declaró que esa minoría asesina que ensuciaba el nombre del Islam y golpeaba a los descreídos occidentales, a la UE, y especialmente a los «cerdos franceses», lo hacía porque es contraria a los valores que representa Francia. Es decir, los del Siglo de las Luces y de la Revolución Francesa: la libertad, la igualdad, la fraternidad, la tolerancia, la laicidad, la democracia, etc.

Querido lector/a, Jack Lang tenía parte de razón. Solo parte. Es verdad que tienen querencia contra Francia, pero los atentados de estos días vuelven a demostrar que esta gente son contrarios a la esencia de la convivencia, de la caridad y del progreso. Pero, también atentan fuera de la UE, en África, en Asia, etc. Donde sea. Donde consideran que hay gente diferente. Incluso, como ahora, hasta contra los suyos del Islam Sufi por ser, siempre según ellos, heréticos. En definitiva, no caben consideraciones: expresan la peor cara de la condición humana.

*Analista político