El jefe de Recursos Humanos de Google es tajante: «El expediente académico no sirve para nada. La proporción de trabajadores de Google sin título universitario no para de crecer. Las razones que han llevado a Google a dejar de valorar el expediente académico como criterio de contratación tienen que ver con la desconexión existente entre lo que se enseña en la universidad y el trabajo que se realiza en la compañía. Necesitas a gente a la que le guste averiguar cosas. La universidad sigue siendo un entorno artificial, una burbuja que premia a unos a otros en función de unos criterios que nada tienen que ver con lo que se pide en el entorno laboral».

La experiencia que he adquirido después de 33 años siendo estudiante, dando clases, rescatando estudiantes que abandonaron los estudios y devolviéndolos de nuevo al estudio y encauzando a jóvenes con el trabajo, me dice que el estudiante comienza a perder su identidad como estudiante a temprana edad, más concretamente en los primeros años donde aprende a leer. Lo dicho es avalado por numerosos estudios e informes que reflejan un dato preocupante: «Los escolares españoles leen peor al terminar la ESO que a la mitad de la misma». ¿Cómo es posible que un estudiante sea peor estudiante en la medida que avanza en el estudio?

Aquí demuestro que los deberes son acumulados año tras año. Un niño que no es habilidoso en el manejo de las palabras que es la vía por la cual se transmiten las ideas se encuentra en muchas ocasiones en confusión con lo que lee o escucha. He observado que el manejo del diccionario, en donde encontramos la comprensión de lo que cada palabra quiere decir, es una rareza, una dificultad e incluso algo muy lento, sobre todo cuando uno va siendo más mayor.

Me sorprendió después de impartir un seminario a 100 estudiantes de 4º de ESO, que manifestaban abiertamente al final del mismo que a la mayoría les habían dejado de interesar los estudios hacia 5º de Primaria y a partir de ahí acumulaban más y más obligaciones y deberes. Y que estos eran realizados cotidianamente de una manera impuesta. Anteriormente, tantee entre ellos y me sorprendió ver que no sabían decirme lo que significaban palabras como «gramática» o «ciencia», palabras fundamentales que sin saberlas es difícil entender el título de la propia asignatura. Esto lo puedes comprobar tú mismo ahora. Por tanto podemos afirmar que la primera palabra malentendida en un tema es la clave de las palabras malentendidas posteriores en ese tema.

Así vemos que el sentido de la obligación y el deber va deteriorándose en la medida que el estudiante acumula sus deberes.

AHORA BIEN, si obligamos a la fuerza a que el estudiante haga los deberes o cumpla con sus obligaciones sin corregir lo anterior o, más aún, sin que él mismo sepa cómo estudiar, podemos encontrarnos con la triste estadística, que nos atañe, como que anualmente se suicidan más de 600 chavales por motivos escolares. ¿Y cuántos pensaron suicidarse?

Recientemente en otro colegio realicé una encuesta y sus resultados reflejaban claramente que el estudiante no sabía cómo estudiar. No se les enseña realmente a cómo estudiar. Esto es el pan de cada día, lo veo a diario… subrayar, hacer esquemas, resúmenes, repetir como un loro, posicionarte en la habitación,… son pamplinas. Hay que aprende a cómo leer y esto viene mucho antes.

El manejo adecuado de las personas demuestra que se puede dar apoyo mediante el razonamiento práctico y por medio del entusiasmo creativo basado en la herramienta de la razón.

*Escritor, conferenciante y director del Centro de Estudios ACE que aplica la metodología de Applied Scholastics (‘www.rogeliolopezgarrido.com’)