La crisis de la pesca castellonense entra en una preocupante escalada. El sector del cerco, dedicado a la captura de sardina y boquerón, está dispuesto a permanecer amarrado por los bajos precios en lonja de las citadas especies. En las últimas décadas, la flota del Grau ha ido sufriendo un imparable y dramático descenso hasta llegar a niveles preocupantes que apuntan, en un futuro próximo, a la posible desaparición de las pocas embarcaciones que van quedando, a medida que los actuales armadores vayan abandonando la actividad por jubilación. Reflejo de las escasas pesquerías en un mar Mediterráneo esquilmado por las malas políticas desarrolladas en los propios países ribereños y el furtivismo feroz de grandes barcos con pabellones de otras latitudes. Los enciclopedistas del XVIII ya advertían sobre la sobrepesca en el Mare Nostrum. Doscientos cincuenta años después, la ONU coincide en señalar que las aguas con mayor poso histórico de las civilizaciones son las más excesivamente explotadas del mundo. Ahora, para desgracia de todos, la odisea no es homérica y afecta de forma tan brutal como incierta a las familias que viven de la pesca y a los consumidores, el abastecimiento de los mercados puede peligrar.

La pesca en nuestro litoral, y en lo que geográficamente es conocido como el Golfo de Valencia, viene envuelta en un manto ancestral de penuria que ya en diversas épocas ha sido objeto de denuncia social. En 1894 Sorolla pintó el magnífico lienzo ¡Y dicen que el pescado es caro!, expuesto en El Prado. Un año después, Blasco Ibáñez , hermano en la amistad del genial artista, escribió Flor de mayo , ahondando en la problemática de los pescadores. Hoy, Sorolla y Blasco siguen vigentes. H

*Periodista y escritor