Aún recuerdo cuando hace dos años y medio recibí el mandato de mis vecinos para formar un nuevo gobierno en Benicàssim. Fue un momento emocionante, puesto que significaba que el trabajo realizado en la pasada legislatura se había valorado positivamente y había supuesto el respaldo mayoritario de los benicenses en las urnas. Pero el dictamen de los ciudadanos también fue meridiano: querían otra forma de gobernar más abierta y más plural.

Así está transcurriendo este mandato, con las puertas de la alcaldía abiertas de par en par todos los días del año. Lo cierto es que este nuevo orden ha supuesto muchas cosas, pero la más importante es la pluralidad. En un gobierno en minoría que quiere trabajar por las ciudad, cada acción y cada decisión cuenta. Estar en el gobierno, siempre comporta una responsabilidad extra, por lo que puede salir mal o porque una decisión puede significar resultados inesperados. Estar en la oposición es lo más cómodo, quien no se responsabiliza, no valora la dificultad de adoptar decisiones. Pero el tiempo de la comodidad ha terminado también. Estar en la oposición ya no es criticar por criticar.

Así que en Benicàssim, gobierno y oposición hemos tenido que asumir esta nueva responsabilidad de buscar la pluralidad y el consenso para hacer posible que la gente de nuestra ciudad tenga un futuro seguro y un presente boyante. Eso significa dialogar, debatir, departir, discutir mucho. Cada día. Pero significa también que, tomar decisiones con la aportación de todos y para beneficio de Benicàssim es posible. Lo hemos hecho con los presupuestos municipales estos últimos años y también con las obras e inversiones. No engañó pues si digo que estoy orgullosa de un trabajo de consenso duro pero fructífero. Porque así, hablando se entiende la gente.

*Alcaldesa de Benicàssim