Querido/a lector/a, es verano y tenemos más tiempo (el de las vacaciones) y menos presión (la del trabajo y las obligaciones cotidianas) para desarrollar deseos y actividades que, normalmente, no le podemos dedicar el tiempo que nos gustaría.

Bueno pues, algo así me pasaba a mí con los movimientos sociales que nacen y se desarrollan en las redes sociales. Y es que, a pesar de no tener ni Facebook ni Twitter, por ejemplo, siempre me han interesado por su importancia e implicación en el desarrollo social y político del mundo. Pero la verdad es que nunca superé un nivel elemental sobre los mismos. Por lo tanto, he aprovechado estos días para leer y averiguar lo que piensan y dicen los más reconocidos especialistas sobre la importancia, el poder, los valores, las características… etc. En todo caso, reconozco que en unos días solo cabe la oportunidad de pegarte una ligera capa. Pero si eliges buenos autores ves como esos movimientos sociales con todas sus características (espontáneos, virales, interclasistas, no programáticos, sin líderes ni partidos ni sindicatos, etc.) han estado y están detrás, en mayor o menor medida, del 15-M, de los indignados griegos de la plaza Sintagma de Atenas, de la Primavera Árabe, de la Occupy Wall Street, de la Plataforma de los Afectados por la Hipoteca, del contrapoder a Putin, del Movimiento Cinco Estrellas en Italia (aunque esto es otra cosa), de la campaña de Obama, de Podemos, etc. Es decir, estamos hablando de una tecnosociabilidad y una tecnocomunicación que posibilita participar (palabra clave) y ayuda a cambiar la política y, si cabe, la vida. Aunque lo evidente es que en estos momentos además de reivindicar más democracia real y dignidad, hacen que los Estados, los partidos y los sindicatos pierdan el monopolio de la información y de la intermediación social y política. Según M. Castells, «están ahí y su fuerza reside en saber que se es y que se puede».

*Analista político