Podría ser Dolor y Gloria, el título de la recientemente premiada película de Almodóvar, el que encabezara este artículo. Premonitóriamente, ha sido mucho Dolor el que nos ha traído la última DANA, mal llamada Gloria. Pero, no es así, en nuestra reflexión queremos incidir más en lo primero, el concepto de «Política», que en lo segundo, el temporal Gloria, que nos servirá como glosa.

Los conceptos son siempre importantes y a mí me preocupa especialmente el concepto «política» y su habitual descrédito o desprecio. El término «política» tiene muy mala consideración entre la ciudadanía. Se usa siempre en connotaciones negativas hasta llegar a ser casi, casi, el «súmmum de todas las maldades, sin resto de bien alguno». Sin duda, algunos políticos, unos más que otros, contribuyen a ello, pero también ayudan, en el empeño, los medios de comunicación, las redes sociales y una opinión pública que tiende a emplear, cada vez más, el concepto «política» como sinónimo de todos los aspectos negativos que tiene la acción pública, dejando los positivos en un limbo indeterminado que al parecer no tiene nombre. Por supuesto, «la corrupción es política», «el enfrentamiento es político», «la artimaña es política» y si el acuerdo es político, ya casi suena mal y lo identificamos con algún tipo de añagaza o treta inconfesable.

Esta deriva es peligrosísima y entre todos deberíamos hacer lo posible por revertirla. La política es la organización racional de la vida en común. Y la necesitamos tanto como el aire que respiramos. Nuestros padres, los griegos, lo tenían más claro y decían que los humanos somos animales políticos y que aquel que crea que no lo es, en realidad es un idiotes, un idiota, un individualista que, inconsciente, cree que puede vivir aparte de su polis.

Ante un fenómeno metereológico adverso, que ha sacudido nuestras costas y también nuestro interior, ha habido una respuesta inmediata, rápida y eficaz de todas las administraciones públicas. El consorcio de bomberos, profesional y eficiente, donde los haya, se puso en marcha: 350 servicios, 127 relacionados por fenómenos costeros, 120 con nevadas, 56 por viento y 46 para el salvamento de personas. En el momento álgido del temporal llegaron a actuar 18 máquinas quitanieves, 8 saleros, más de 20 palas de maquinaria pesada y 50 equipos de achique. Han trabajado más de 200 personas al día y en el operativo han colaborado la Generalitat, las Fuerzas de Seguridad y la Unidad Militar de Emergencias. Pero, es que los ayuntamientos de los municipios afectados, de uno u otro signo político, no se quedaron atrás. Se abrieron carreteras, rescataron personas, comunicaron los pueblos, limpiaron las playas.... Cada administración, según sus posibilidades, se volcó para ayudar a la ciudadanía afectada. Además, y afortunadamente, en Castellón no se produjo ninguna desgracia personal. Ahora, el día después, desde el Gobierno central, el autonómico y el provincial, se proveerán líneas de ayuda para las zonas afectadas.

Pues bien, todo eso es ¡política! Esa buena actuación de las administraciones públicas es «política». Como «política» es que salga agua por nuestro grifo a, que por las noches se nos lleven la basura, que tengamos libres los caminos, que la luz llegue a nuestros hogares.... Todo eso no solo es política sino que es la máxima expresión de esta, que consiste en dar servicios y proteger los derechos a los ciudadanos.

Claro, todo eso ya lo damos por descontado. Y quizá, ese sea el problema de nuestro tiempo, que damos muchas cosas por descontadas y olvidamos que el Estado Social y Democrático de Derecho es una obra civilizatoria excepcional y única que importa mucho mimar, cuidar y conservar cada día, y para ello conviene, mirar alto y no despreciar, cuando los haya, sus buenos logros y magníficas realizaciones. Eso también es «Política» y…. Gloria.

*Presidente de la Diputación