Querido/a lector/a, hace algunos meses las buenas gentes de Oxfam-Intermon Castelló (la confederación internacional de 20 organizaciones no gubernamentales que trabajan juntas en más de 90 países para intentar provocar un cambio que permita construir un futuro libre de la injusticia que supone la pobreza) me pidieron que les presentara en el Teatro del Raval el informe número 43, que analiza la situación de España hasta el año 2017 y que presentaron en Davos.

A pesar de que uno intenta estar al día y sabe un poco de que va todo esto, la lectura del informe y sus cifras acojonan. Tanto es así que desde que lo presenté vuelvo al informe y lo miro y lo remiro. Para no perder de vista la dramática realidad. Pero, también, y tal como dijo el periodista Joaquín Estefanía el mismo día que lo conoció, para saber de que hay que hablar, porque todo lo otro, lo demás, es puro añadido.

Y es que si bien es cierto que en sus últimos informes, tanto Oxfam-Intermon como otras organizaciones humanitarias han hablado y denunciado la recesión, las políticas austericídas, los recortes de la protección social y las medidas de inclusión ante la crisis, ahora, advierten de que España ha salido de la recesión y esta experimentando importantes porcentajes de crecimiento pero no se reparte con justicia social, ni atendiendo a la mayoría, ni al bien común. Incluso esta pasando lo contrario, la recuperación y el beneficio de la misma va a las manos de una minoría, que no lo necesita. Tan es así que España es el tercer país más desigual de la UE. El sitio donde los más pobres ven disminuir su participación en la renta nacional y, los más ricos, la incrementan. Hemos llegado al extremo de que desde el año 2016 al 2017 el 1% más rico capturó el 40% de la riqueza creada y el 50% más pobre solo el 7%. Y luego algunos, los que crean estas crisis e imponen esas políticas de mal reparto, dicen que nos salvan.

*Analista político