Tener vocación de escaparate es una tentación, pero también un peligro. La sobreexposición de Madrid -de sus autoridades- ha calibrado la talla de su liderazgo y creo que el tándem Ayuso-Aguado no ha obtenido una gran nota.

Los patinazos de ella (desde «se llama covid porque el virus circula desde diciembre de 2019» hasta la alusión al «modo de vida» de los inmigrantes para explicar los rebrotes) ya hace tiempo que mezclan la caricatura con la alarma. En cuanto a él, la disyuntiva sobre ser «vacuna o virus», como una suerte de plata o plomo, o inaugurar un dispensador de gel hidroalcohólico en el metro, obligan a preguntarse como en el chiste: ¿hay alguien más?

Sea como sea, Ayuso exige trato preferencial para Madrid, alegando que se trata de un territorio especial, capital del kilómetro cero, un país dentro de un país (¡ay, si lo dice alguien desde Cataluña o Euskadi!).

Y tiene razón: Madrid es el gran hecho diferencial: lleva dos décadas aspirando talento e inversiones dentro y fuera de España hasta acumular casi el 20% del PIB. Por su dinamismo, sí; pero también por el efecto capitalidad, que incluye trato favorable de las administraciones, y el dumping fiscal con otras comunidades.

*Periodista