Querido lector, en más de una ocasión me he preguntado por los motivos que tienen los terroristas del Estado Islámico (EI) para atentar contra Francia. Créanme, si digo, que la pregunta no es baladí. Y es que, siendo cierto que la integración social de seres de diferentes países y culturas es un asunto no fácil y aún no resuelto en el marco de la Unión Europea, en ningún caso genera motivos para matar a nadie y, menos, para aterrorizar a Francia. Entre otras razones (no son necesarias) porque Francia siempre ha sido una república de acogida de asilados e inmigrantes, con poderoso Estado de bienestar, praxis de libertad religiosa, sanidad y educación gratis y para todos, asistencia social amiga del necesitado, con importantes asociaciones de solidaridad, etc. Incluso, me atrevería a decir (aún sabiendo de su clásico chovinismo y de su imperfecto sistema de integración por asimilación) que tiene una identidad abierta (históricamente influida por los de fuera) y en construcción. No me extraña, pues, que según las estadísticas Francia es el primer país del mundo al que se iría a vivir cualquier extranjero. A pesar de todo, el terrorismo yihadista, repito, sigue golpeando a Francia y a los franceses.

¿Por qué a Francia y a los franceses? Parece ser que son varias las causas y que, alguna, va más allá de lo militar. Por ejemplo, todos los políticos, historiadores y expertos coinciden en afirmar que una de ellas es la de que Francia forma parte de la coalición internacional que combate al Estado Islámico. También tiene que ver el hecho de que Francia es el país europeo que más yihadistas proporciona y, en consecuencia, gran parte de ellos son susceptibles de volver al territorio francés para perpetrar atentados. Pero, sobre todo, si atacan a Occidente a través de Francia, en concreto, es porque es un símbolo de aquellos países que comparten los valores de la Ilustración: la fe en la democracia, la tolerancia, el valor del ser humano, etc. Encima, dicen, que a los yihadistas del Estado Islámico les provoca, especialmente, eso tan republicano y francés del laicismo.

Querido lector, como le decía J. J. Rousseau a Emilio: son gente enferma. Y es que, no hay razón ni lógica en la democracia que pueda decir y justificar que el uso del terror, de la violación de los derechos humanos y de la ruptura de la base de la convivencia democrática, son instrumentos políticos. Ni en nombre de dios. Lo peor es que las consecuencias existen y, además de los muertos y los heridos, la gente desconfía, tiene miedo... de otra gente, sube social y políticamente el populismo xenófobo y baja la integración social con derechos de igualdad. H

*Experto en extranjería