En condiciones normales, lo que sucedió ayer en la Audiencia Nacional bastaría para poner en jaque al presidente en funciones del Gobierno, Mariano Rajoy, y a su partido, el PP. Allí coincidieron el inicio del macrojuicio por el caso Gürtel y la declaración de Rodrigo Rato, exvicepresidente del Gobierno y exdirector gerente del Fondo Monetario Internacional, procesado por endosar 100.000 euros de gastos personales a Cajamadrid y autorizar pagos millonarios, a cargo de las ya tristemente famosas tarjetas black.

En ambos juicios están implicados altos cargos del Gobierno y del PP, en diferentes épocas, y dirigentes y barones locales, entre ellos figuras que le ponen rostro a la lacra de la corrupción en España, como Luis Bárcenas. La coincidencia de ambos procesos es un

juicio a una era del PP, la cara black de un partido manchado por la corrupción y que, pese a ello, ha ganado las dos últimas elecciones generales.

La lista de nombres implicados en los dos casos reúne a algunos de los principales rostros de la época aznarista, que tras dejar el Gobierno o el partido supieron utilizar las puertas giratorias -algo que no es patrimonio exclusivo de la formación conservadora- para aprovecharse de un sistema que mezclaba sin pudor política y economía. Como una mascletá valenciana, tierra fértil para tramas corruptas de todo tipo y clave en el liderazgo de Mariano Rajoy, uno a uno los casos fueron estallando y minando la imagen del Partido Popular y enfangando al mismo tiempo la vida política española. Por su parte, Rajoy tampoco se ha esforzado demasiado en desmarcarse de los corruptos, con su famoso SMS de «Luis, sé fuerte» como ejemplo.

Y, sin embargo, el PP asiste impertérrito a este desfile ante la justicia sin que en apariencia le pase factura. La atención pública de estos días no se centra en la Audiencia Nacional, sino en la calle Ferraz y en el vodevil del PSOE, y en la calle Génova se abrazan a la idea de que las victorias electorales vienen a ser un perdón político a tanto desmán con el dinero público. No es así. Lo que se dirime ahora en la Audiencia Nacional son las responsabilidades legales, pero esa época de dinero fácil y de mezcla de negocios y política, de lo público y lo privado, sigue manchando la imagen del PP por mucho que Rajoy ya acaricie cuatro años más en el Palacio de la Moncloa.