Querido lector/a, siguiendo buenas prácticas cívicas he ido a visitar a un amigo que ha sufrido un accidente de trabajo. Por cierto, nada grave. Por eso, sin frivolizar, además de lamentar la desgracia hemos hablado de la victoria de Pedro Sánchez --de lo que les han dicho los monos a los que se creían propietarios del circo-- y del Barça.

Pero más allá de la distracción necesaria, había preocupación por saber cómo está eso de la siniestralidad laboral. Así es que, como el tema es de vital importancia, empecé a indagar y me encontré con lo que suponía pero aumentado. Incluso peor, ya que alguna de las causas se podrían y se deberían solucionar.

Parece ser, y en eso coinciden las más destacadas instituciones relacionadas con el mundo del trabajo, que la salida conservadora y austericida a la crisis económica y la reforma laboral del PP impuesta en el 2012 --con sus recortes, pérdida de derechos, precariedad, temporalidad, desigualad en el empleo…-- han deteriorado seriamente las condiciones de trabajo y el sistema de protección social. En consecuencia, parte de esas decisiones se han convertido en un riesgo para la protección de la salud y la seguridad de los trabajadores. Tanto que, desde el 2012 se ha roto la tendencia en la reducción generalizada de siniestralidad que venía registrándose desde el 2000. Hasta se puede decir que la debilitación de la negociación colectiva, el aumento de la precariedad y la alta rotación de los contratos impide garantizar derechos de información y formación sobre los riesgos y medidas preventivas en las empresas. Desgraciada circunstancia que sufren más aquellos colectivos que, para trabajar, se ven obligados a pasar por el filtro de la precariedad y temporalidad mencionada.

Querido lector/a, el futuro exige derogar la reforma laboral, dotar de medios al Instituto Nacional de Seguridad, recuperar en las empresas inversiones en prevención, etc.

*Experto en extranjería