Es tiempo de presupuestos. Las administraciones públicas estamos implicadas estos días en la elaboración de las cuentas para el año que viene. Hay que definir los ingresos que se van a obtener y, en función de ello, establecer los gastos para impulsar proyectos, ejecutar inversiones y, en definitiva, hacer una ciudad mejor, con bienestar para la mayoría y un gran futuro para todas y todos.

El gobierno municipal de Castellón está trabajando a fondo para que el presupuesto de 2018 mantenga la línea impulsada hace dos años, con una bajada progresiva de los impuestos y las tasas municipales y un incremento de las obras y servicios. Y siempre con el objetivo añadido de reducir el endeudamiento municipal y potenciar la austeridad municipal. Cada céntimo de euro debe ser gastado con racionalidad y sensatez.

Vamos en la buena línea y nos gustaría que el resto de instituciones nos acompañara en este viaje. El Gobierno valenciano recibió la herencia de una deuda multimillonaria. Los gestores de la derecha se gastaron lo que no tenían en infraestructuras faraónicas y en maquetas absurdas. A pesar de eso, ahora el Consell está siendo sensible con los ayuntamientos, en especial con Castellón. Ximo Puig ha reducido casi hasta en su totalidad la deuda que la Generalitat tenía con el Ayuntamiento, ha firmado el convenio que permitirá la recuperación para la ciudad del edificio de los antiguos juzgados, en la plaza de Borrull, y ha puesto en marcha el Fondo de Cooperación Municipal.

El presupuesto de la Generalitat incluye la construcción del centro de salud del Raval. Después de la redacción del proyecto técnico, ya se ha consignado una partida de 400.000 euros para la ejecución de las obras. También habrá dinero para la transformación urbanística y la nueva movilidad metropolitana, con el desarrollo del bulevar de la Plana y el Plan de Movilidad Sostenible del Área de Castellón. Y, hay que destacarlo especialmente, se pondrá en marcha el plan Edificant, para impulsar la reforma de los colegios de la capital. De momento, las actuaciones se centrarán en la construcción del colegio Vicent Marçà y en la reforma del Herrero, Mestre Canós y Elcano.

Si encontráramos la misma actitud y cooperación en el resto de instituciones, Castellón tendría un mejor futuro. Pero el Gobierno central no está, ni se le espera. Las inversiones prometidas siguen siendo las mismas y, además, el ministro Montoro nos atornilla con imposiciones que nos complican la gestión. A pesar de tener superávit, no podemos reinvertirlo en empleo ni en la adquisición de vivienda pública, por ejemplo. El Ayuntamiento está siendo castigado con el desprecio institucional de Madrid y eso se ha de dejar claro.

Y la Diputación mantiene un trato injusto con la capital. Las castellonenses y los castellonenses aportamos a través de nuestros impuestos la mayor parte de la financiación que recibe la institución provincial, pero recibimos poco. Sería deseable una mayor implicación presupuestaria para proyectos que hagan de Castellón una ciudad con más oportunidades de desarrollo.

*Alcaldesa de Castellón