Los Presupuestos del Estado presentados ayer significan el mayor aumento del gasto desde que estalló la crisis económica, al nivel del incremento de los del Gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero en el 2010. Las cuentas son un intento positivo de blindar el Estado del bienestar y devolver a las clases medias y populares parte de lo perdido en los años del austericidio. El gasto crece el 5,3% hasta los 345.000 millones de euros, con un fuerte aumento de las partidas sociales (el 59% en dependencia, el 41% en vivienda y el 40% en infraestructuras), pero el principal problema es cómo se financia ese gasto. Los ingresos récord previstos, de 227.000 millones, el 9,5% más, suscitan escepticismo, pese a que el Gobierno confía en cubrirlos con el aumento de la recaudación por el mantenimiento de la mejora de la economía y con nuevos impuestos.

Las cuentas salen ya condicionadas por el dinero destinado a pensiones, 153.000 millones, más de la mitad del gasto total, el sueldo de los funcionarios (23.000 millones) y los intereses de la deuda (31.500 millones). El margen de maniobra es, pues, escaso. Por eso es digno de destacar el esfuerzo que hace el Ejecutivo central en cumplir la promesa que en su día hizo Pedro Sánchez al president Ximo Puig de destinar el 10% de las inversiones del Estado a la Comunitat Valenciana. Serán un total de 1.189 millones de euros y el jefe del Consell calificó ayer estas cuentas «como las mejores en 15 años». Por lo que respecta a la provincia de Castellón, el salto también es cuantitativo, al pasar de los 141 millones de euros que presupuestó en su día Mariano Rajoy para el 2018 a los 246 millones de Pedro Sánchez, es decir, hasta un 75% más de inversiones. En las mismas se reflejan cuestiones que son prioritarias, como las obras del corredor mediterráneo hasta Vandellós, o nada menos que 70 millones de euros para paliar los múltiples problemas que padecen todos los días centenares de castellonenses con un servicio de Cercanías que está obsoleto. También obras necesarias para el puerto, que no para de crecer y generar riqueza durante los últimos años. O la mejora de la nacional 238 en Vinaròs. Sin embargo, no se puede permitir que la tan necesaria regeneración del litoral de nuestra provincia, una de las más castigadas de España, quede otro año en el baúl de los recuerdos, donde también dormirán los proyectos inaplazables para que la Guardia Civil trabaje como merece en Onda, Almassora y Vilafranca, así como la nueva comisaría que la Policía Nacional precisa en la ciudad de Vila-real.

Ahora Sánchez necesita apoyos parlamentarios para sacar adelante las cuentas y todas las miradas se dirigen a Cataluña, que sale muy bien parada en las mismas. El voto de los independentistas es imprescindible, contando con que Podemos los respalde al final. Tanto el PDECat como ERC siguen negando que vayan a aprobar las mismas y ni siquiera desvelan si permitirán su trámite. Carles Puigdemont puso dos condiciones: una mesa de diálogo con mediación independiente sobre la «salida política al conflicto» y una comisión que verifique que se cumplen los compromisos del Estado. Sin embargo, se mostró dispuesto a negociar, como quieren el ala más pragmática del partido y ERC. Las negociaciones, condicionadas por el juicio del procés, serán largas y duras, pero la rendija se abre y por ella puede entrar el aire que permita una solución que conviene a ambas partes.