La detección en Cataluña del caso de una mujer embarazada cuyo feto presenta microcefalia y otras malformaciones ha resucitado la incertidumbre en torno al virus del zika, cuyos efectos azotan a numerosos países latinoamericanos y del Caribe. Se trata del primer episodio de semejante gravedad localizado en España y el segundo en el continente europeo. En una elogiable iniciativa, representantes significados del sistema sanitario catalán aparecieron en público para transmitir un mensaje de tranquilidad a la población. La desinformación resulta siempre la peor manera de afrontar momentos de crisis en la salud colectiva en tanto que fomenta falsos temores que suelen desembocar en alarmas generales infundadas. No debe ser este el caso del zika. Muchas son las incógnitas que aún rodean al virus y no parece próximo el momento de contar con la vacuna adecuada. Ante ello, no hay arma más efectiva que las conductas de prevención. La inminencia del periodo estival, con la lógica profusión de desplazamientos, hace más oportunas las advertencias ante prácticas sexuales sin protección en zonas donde actúa el mosquito transmisor. El grave caso detectado no puede desatar miedos ni alarmismos, pero tampoco debemos bajar la guardia.