De las crisis desencadenadas por la pandemia, la falta de material sanitario es de las más acuciantes. Que no sea un problema únicamente español no es consuelo cuando urgen soluciones inaplazables para atenuar los riesgos que corren las plantillas de hospitales, clínicas y residencias de ancianos, directamente implicadas en la asistencia a los enfermos, pero también los cuerpos de seguridad y los servidores públicos que mantienen un contacto directo con la población. Las quejas de los más expuestos al contagio no paran de crecer y varios tribunales han actuado de oficio o tramitado procesos incoados por organizaciones profesionales y sindicatos.

En una situación como la que se vive es imposible garantizar la seguridad al ciento por ciento por más medios de los que se disponga, pero es preocupante la tardanza en la mejora de la situación de los trabajadores sanitarios en primera línea de combate.