Esta semana ha fallecido a los 83 años en un hospital de California Charles Manson, asesino en serie, psicópata, líder de un culto de asesinos abonados a su fanatismo y la reencarnación de Satán para muchos. Fundador del clan apodado La familia, fue responsable de gestar nueve asesinatos, cometidos en California en el verano de 1969, entre los que se encontraba Sharon Tate (esposa de Roman Polanski), embarazada de ocho meses y medio. De forma directa no mató a nadie, pero fue condenado a la pena de muerte por ser el autor intelectual de los asesinatos, ya que instruía a los miembros de su clan sobre la forma correcta de dar puñaladas, mientras escribía mensajes en las paredes con la sangre antes de huir de la escena del crimen.

Son pocas las personas en el mundo que son capaces de adoctrinar a individuos normales y convertirlos en asesinos. Sus habilidades de manipulación y persuasión, en plena explosión del movimiento hippie, contracultura que buscaba la independencia de la familia con grandes dosis de sexo y LSD, le proporcionó una legión de almas cándidas que fueron presa fácil para un gurú con un alto cociente intelectual y con el alma rota por la ira acumulada durante años. Tenía una capacidad excepcional para exonerarse y convencer a cualquiera de sus «buenas» intenciones, puesto que como buen gurú, era locuaz, disponía de una buena oratoria y tenía carisma. Y es que las características de los cultos suelen ser el reflejo de la personalidad de sus líderes, por lo que mientras más atractivo sea el líder, mayor poder ejercerá sobre la masa y mayor será el grado de dependencia psicológica y peligrosidad del grupo. Tuvo la suerte de que se eliminara de forma temporal la pena de muerte en California pasando su condena a cadena perpetua.

*Psicólogo clínico

(www.carloshidalgo.es)