Esta semana hemos recibido una de las mejores noticias que esperábamos: la Generalitat valenciana ha sacado a concurso público el derribo del edificio 167 de la avenida José Ortiz. Como de costumbre en estos casos, hubo quien nos acusó en su día de que la noticia de la próxima demolición era electoralista e hizo lo propio cuando el conseller Martínez Dalmau me aseguró a finales de 2019 que en 2020 habría presupuesto para acometer el derribo.

Hoy la reserva económica es una realidad y las empresas tienen hasta el 9 de marzo para presentar sus ofertas. Por ello agradezco al conseller y a su antecesora, María José Salvador, que se hayan tomado tantas molestias para buscar soluciones a un problema que parecía eterno. Está visto que hacía falta más voluntad que todas las promesas que escuchamos durante el mandato del PP y las críticas que recibimos por su parte la legislatura pasada. No hemos alcanzado la mitad de tiempo que ellos estuvieron en el gobierno local y vemos avances inéditos.

Y es que los hechos siempre valen más que las palabras: el Grupo B se vendrá abajo como prometí al vecindario de Fátima. Las palabras de quienes me acusaron de vender lo que no podría hacer quedan en la hemeroteca, como en unos meses quedarán las imágenes del derribo. Ojalá esta lucha nos sirva para reflexionar sobre la nefasta gestión de unos pisos que nacieron como viviendas sociales y se abandonaron a la delincuencia sin ningún tipo de seguimiento de su uso. Hasta tal punto que el bloque ya es puro desecho.

Este equipo de gobierno, y el de la legislatura pasada, tenemos la conciencia tranquila por haber llamado a todas las puertas y buscado soluciones. Y, por encima de todo, logrado el dinero del Consell para demoler con garantías el edificio 167. Mientras éste cae, el colegio Regina Violant toma forma con la instalación de ventanas, servicios y el resto de elementos de una obra que tampoco vio la luz durante el gobierno del PP. Mucho menos hubo tiempo entonces para proyectar el Santa Quitèria, hoy con el diseño aprobado, ni para el IES Falomir o Embajador Beltrán, ambos en proceso en estos momentos. Y mis últimas palabras son para los agricultores de Almassora, a los que hoy acompañaré a la manifestación de València para reclamar dignidad para el sector.

*Alcaldesa de Almassora