Querido lector, el otro día, mientras caminaba con Bruno, mi nieto, hacia el Conservatorio de Música de la Vall d’Uixó, se me acercó mi hermano y le comentó a Bruno algo así como: “Tu abuelo, en las últimas semanas (se refería al contenido de estos artículos), ha pasado de ser un tipo que pertenecía a una izquierda reflexiva, crítica y, en consecuencia interesante y necesaria, aún simple propagandista del PSPV-PSOE”.

Así de golpe, el comentario me dejó aturdido y sin reacción. Pero, después de pensarlo le dije que posiblemente tenía razón. Aunque, eso sí, le dije que había motivos claros que explicaban el cambio. Por lo menos un par de ellos eran evidentes: el momento y el programa electoral. El momento tiene que ver con la campaña electoral. Parece prudente el no mantener especulaciones de carácter ideológico o sobre los cambios que tiene que asumir la izquierda en general, y el PSOE en concreto, en unos instantes en que los ciudadanos van a decidir en torno a las políticas que se ofrecen para paliar los problemas que sufren. Esa será necesidad urgente para los socialistas el día siguiente a las elecciones. Tan prioritaria que, en función de las conclusiones van, o no, a mantener su identidad, la de ser de izquierdas o portadores de esperanza e igualdad.

La otra razón, la de aceptar ser propagandista, tenía que ver con el programa electoral que presentan unos y otros. Digo con ello que el PP, sigue con las políticas austericidas, es decir, recortes sociales, retrocesos en derechos civiles y laborales, malas soluciones en la gestión de la economía y la permanencia de una corrupción sin vocación de enmienda. Al tiempo, los de Podemos, y aún reconociendo que han sacado de la modorra a la política española, solo tienen claro que quieren ser el partido de la izquierda con más votos y, por lo tanto, al priorizar los votos a la seriedad y estabilidad programática, al interesarse más por el espacio del partido que por las soluciones, se enmiendan y contradicen permanentemente y se muestran como portadores de un futuro incierto (solo lo hay que ver lo que decían y dicen sobre la renta básica, el pago de la deuda, los toros, la república, la salida del euro, la nacionalización de la banca, la jubilación… etc.). En última instancia el PSPV-PSOE aparece con un programa muy estudiado de indiscutible cambio y que frente a desastres comprobados y dudas asegura tres objetivos: la recuperación económica, la reconstrucción del Estado de bienestar y la regeneración democrática. Así es que, ahora, lo de propagandista es algo lógico. Mañana, el día de después, la necesidad será volver a ser miembro de la izquierda reflexiva y crítica. H

*Experto en extranjería