El comienzo del año está a la vuelta de la esquina y se acercan días de reflexión y nuevos propósitos. Aunque se pueden comenzar nuevos hábitos en cualquier momento, conviene aprovechar estos ciclos de la vida para realizar este tipo de revisiones, cerrando etapas y abriendo otras.

Viejos anhelos como hacer ejercicio, dejar de fumar, meditar, perder peso o aprender un idioma están a la cabeza de los nuevos propósitos. De-safortunadamente, muy poca gente se mantiene firme en sus objetivos, pues el 25% no lo logra ni siquiera durante la primera semana de enero y el 50 % no llega al mes, siendo solo un 8% la cantidad de personas que cumple su objetivo todo el año.

Uno de los motivos que explican este fracaso es que mucha gente se marca objetivos poco realistas y demasiado ambiciosos, planteándose metas extremadamente complicadas de conseguir y difíciles de mantener. La motivación inicial disminuye conforme pasa el tiempo y la fuerza de voluntad no es suficiente para continuar con un gran propósito. Por ello, los objetivos tienen que ser claros, pero sobre todo realistas, siendo muy efectivo dividir la meta en pasos concretos que sean asequibles.

En 1519 Hernán Cortés, recién llegado a México para su conquista, ante una posible sublevación de sus soldados, decidió eliminar cualquier medio de escape hundiendo sus barcos mientras decía su famosa frase: «O vamos hacia adelante o vamos hacia adelante». Desde entonces se usa la expresión «quemar las naves» para referirse a una decisión sin vuelta atrás. Y es que una buena estrategia es quemar los puentes, pues si se tiene un plan de escape se reducirá la ansiedad, pero también el compromiso. Si no se tiene más remedio que hacer lo que uno se ha propuesto, aumentará la motivación y, con ello, la probabilidad de conseguirlo.

*Psicólogo clínico

(www.carloshidalgo.es)