Ya se está viendo. Estoy veraneando en el entorno de la playa de la Almadraba, pero lo que me hace vibrar de emoción es el hecho de que Benicàssim, se convierte en la ‘Ciudad de Festivales’, desde su presencia repetida en la Feria Internacional de Turismo, en FITUR. Naturalmente, en el aspecto musical, es toda la provincia la que alcanza prestigio en España con sus festivales anuales. La provincia apuesta, desde hace ya muchos años, por la música como elemento diferenciador y que es aprovechada en lo económico.

Y es que la provincia viene apostando, hace varios años ya, por todo ello. Es decir, por su programación musical y por el atractivo turístico de su clima, sus playas y sus históricos elementos de gran calado, seres humanos y escenarios.

Por ejemplo, enclaves como la playa del Arenal de Burriana, el castillo de Peñíscola, todo el litoral marítimo de Benicàssim y su renovado recinto de conciertos, son todo un privilegio en este apartado musical, a los que hay que añadir otros ejemplos de acontecimientos musicales que congregan a un numeroso público, como Orpesa con su Festival Internacional de Música del Mar, el prestigioso Festival de Jazz de Peñíscola, el Festival Soundglasses de Alcossebre, el Aplec dels Ports o el Festival Feslloch. Y otros varios. Variedad de escenarios y también de estilos musicales para satisfacer todos los gustos del público, porque tampoco hay que olvidar el ya mundialmente famoso Festival Internacional de Guitarra Francisco Tárrega.

Pero ya que, mientras voy construyendo mis castillos de arena cerquita del mar, mientras busco allá en el fondo El humo de los barcos, me hace vibrar el rock, la música eléctrica, el indie. Y en broma, en broma, ya hace casi veinticinco años que ocurre cada verano. Incluida la más reciente aportación del Festival Rototom Sunsplash.

EL GLAMUR. De todas maneras, no hay que olvidar que estas playas desde donde escribo, alcanzaron ya una marcha avanzada desde que el ingeniero Joaquín Coloma descubrió este mágico mundo porque, con él, fueron llegando miembros y familias de la burguesía valenciana y, con ellos, llegaron también las primeras fiestas glamurosas hasta la madrugada. Eran escenas que los habitantes de Benicàssim observaban en la distancia llenos de curiosidad, una y otra vez, hasta convertirse en costumbre. Eran las fiestas de los señoritos. Es decir, otro tiempo y otro estilo. El que diferencia el ayer con el hoy. Lo que ocurrió y lo que nos está pasando.

De todas maneras, ya no escucho la palabra señoritos, ahora se impone la palabra fibers que aquí llegan e imponen sus hábitos y costumbres, llegados de todos los rincones del mundo. Y todos los que aquí tenemos casa y bañador, nos adaptamos con naturalidad a lo que va llegando. Y es que, el FIB por ejemplo, se caracteriza por su eclecticismo y su orientación hacia las tendencias más innovadoras y, sobre todo, su gran proyección internacional, que tiene asombrada desde que tomó posesión de su cargo de alcaldesa de Benicàssim, a Susana Marqués, que visita muy a menudo ese recinto del kilómetro 986 de la carretera N-340. Es feliz por haber propiciado la incorporación del titulado San San Festival para los días igualmente vacaciones de Semana Santa y Pascua, en tiempo de primavera. Aunque, con sus colaboradores más cercanos, ha estado entregada a la rehabilitación de la Torre Sant Vicent, es decir, ‘el torreón’ como popularmente se le conoce en el mundo. Ya es sabido que se trata de un patrimonio de la ciudad desde que fue construida entre 1597 y 1599 para proteger a los vecinos de los ataques de los piratas berberiscos, que tanto asustaban a la gente.

El torreón ha sufrido a lo largo de su historia modificaciones. La corresponsal y amiga Eva Bellido me recuerda que fue utilizado como torre adosada al antiguo cuartel de la Guardia Civil y, ahora, incluye la colocación de un ascensor para facilitar el acceso a la terraza. En la época de la piratería eran un elemento de protección para poder disparar sin que entraran las balas. También se han recuperado las caballerizas, las paredes se han restaurado y el suelo, se ha mejorado extraordinariamente con cerámicas utilizadas del formato original.

Y es que, la recuperación de la Villa Elisa y la restauración de la Torre Sant Vicent, así como la nueva biblioteca en Villa Ana, preparada con esmero para ello, constituyen novedades importantes que mejoran todo los atractivos, en el aspecto cultural y turístico. Uno de los alcaldes anteriores, en un discurso conmemorativo, dijo de Benicàssim que: «Las gentes de este entorno somos tierra de acogida, tierra de cruce, tierra de esperanza».

Y es que en Benicàssim crecen flores en verano. Y para mitigar las ausencias, que también las hay, llamaremos a uno de los poetas que por aquí veranean. Y con sus versos, vendrá la lluvia del verano y del amor. Veremos llover y el otoño adivinar. Y «al mar oír cantar, y no estabas tú…». (Son unos versos y sentimientos eternos).

Son historias de mis días vividos y mis noches soñadas. Desde el tiempo aquel del espectacular Bohío de Benicàssim en el que intervinieron tantísimos artistas famosos, con aquellos inventos con los que nos obsequiaron los miembros municipales responsables de los festivales y otros empresarios de salas de fiesta.