Todo el país ha estado pendiente durante dos semanas del rescate de Julen en Totalán (Málaga). Por un lado, la atención puesta en el avance del túnel paralelo desde donde se pudiera acceder al lugar donde estaba el pequeño. Por otro, sufriendo imaginando el dolor de unos padres que ya perdieron otro hijo de tres años en 2017. Desde el mismo día de la desgraciada caída el Colegio de Psicólogos activó a 22 psicólogos especialistas en emergencias y catástrofes para que dos de ellos estuviesen siempre al lado de los padres de manera rotatoria, día y noche.

Los psicólogos de emergencias trabajan en el momento de mayor incertidumbre y dolor que un ser humano pueda tener, intentando dar una gestión óptima de las emociones. En este caso, la atención psicológica se tuvo que moldear sobre la marcha, según la evolución de los acontecimientos, debido a que no había ningún antecedente en el que fijarse. En los primeros días, sin avances claros en el rescate, los psicólogos tuvieron que convencer a los padres de que tenían que descansar, haciéndoles entender que no les hacía ningún bien permanecer las 24 horas junto al pozo. Y se consiguió, pues la pareja pasó los últimos días en una casa. Otro tema complicado fue trabajar con el vaivén de plazos anunciados para el rescate, que han ido variando por los imprevistos surgidos en la montaña. La labor de los psicólogos ha sido loable al conseguir que los padres no se desmoronaran, manteniendo un rayo de esperanza, sin llegarles a prometer nada que luego no se fuera a cumplir. A partir de ahora comienza la dura etapa de la elaboración del duelo. Habrá que poner orden en el caos emocional, evitando que el trauma se quede instalado e intentando aceptar la realidad de la manera más adecuada. Ardua tarea.

*Psicólogo clínico

(www.carloshidalgo.es)