Ni plan a ni b, c o d. El único plan que tienen Carles Puigdemont y Junts per Catalunya (JxCat) es Carles Puigdemont. Casi cinco meses después de las elecciones, el expresident establecido ahora en Alemania a la espera de que se resuelva la euroorden solicitada por España continúa decidido a bloquear la investidura de un presidente de la Generalitat que no sea él mismo o que no cumpla con las condiciones (interino, simbólico, despojado de poder real) que exige. La reunión del grupo parlamentario de JxCat celebrada en Berlín no sirvió para allanar el camino hacia la investidura, sino para enrocarse de nuevo en el legitimismo falso de la restauración del president cesado con la aplicación del artículo 155 de la Constitución española. Oficialmente, JxCat quiere que Puigdemont sea investido a distancia el 14 de mayo. De esta forma, Puigdemont gana tiempo (aunque sea de forma arriesgada, ya que el límite del 22 de mayo está ya muy cerca) y orquesta un nuevo pulso con el Estado, con la mesa del Parlament y su presidente, Roger Torrent, en el medio.

El nuevo ardid se llama ley de la presidencia, pero esta vez parece que la desobediencia tendrá escaso recorrido. En contra del dictamen del Consell de Garanties Estatuàries, el Parlament aprobó la reforma de la ley que permite la investidura a distancia, y el Gobierno de Mariano Rajoy ya ha aprobado iniciar los trámites para recurrir la reforma. El siguiente paso será que el TC suspenda cautelarmente la norma, con lo cual la sesión de investidura del 14 de mayo no llegará a producirse si no media una desobediencia que ni ERC ni el PDECat parecen dispuestos a practicar.