Septiembre fue un mes especialmente bueno en creación de empleo en España. La Seguridad Social registró un aumento de 84.000 afiliados más y el paro registrado bajó hasta los 3,7 millones de desempleados. Cifras objetivamente positivas y que confirman la paulatina recuperación del empleo tras el severo batacazo por la pandemia del covid. Con septiembre, ya son cinco los meses consecutivos de creación de ocupación, al mismo tiempo que el número de afectados por un ERTE sigue disminuyendo. La lectura de estos datos, sin embargo, debe hacerse con cautela, porque el riesgo de rebrotes sigue amenazando la actividad económica y la recuperación aún está lejos de ser sólida. No hay que olvidar que todavía quedan por recuperar 400.000 empleos de los 900.000 que se perdieron con la irrupción de la crisis del coronavirus. Y que las casi 729.000 personas que en septiembre seguían afectadas por un ERTE difícilmente saldrán de esta situación en los próximos meses, ya que en su mayoría provienen del sector de la hostelería y el turismo.

El tímido inicio de la recuperación refleja los puntos frágiles que caracterizan el mercado laboral español: la elevada temporalidad y precariedad que se ceba en los trabajadores más vulnerables, y que los sitúa en una posición de desventaja para salir de la crisis. El escudo social previsto por el Gobierno (mediante la prórroga de los ERTE y el ingreso mínimo vital, entre otros) tiene por objetivo cubrir estas situaciones de vulnerabilidad, pero no siempre tapa todas las grietas. Para ello, hay que fortalecer el propio sistema productivo, repensar la economía que queremos, orientada a la sostenibilidad y la justicia social.