Querido/a lector/a, las elecciones de Andalucía dicen que el PSOE de Susana y el Podemos de Teresa, la izquierda andaluza y en concreto el PSA, se ha dado una hostia y han perdido 20 diputados. Al tiempo que el Vox extremo entra al Parlamento y junto con un deteriorado PP y un mejorado Ciudadanos anuncian gobierno de cambio.

La cosa pinta mal porque es un cambio a un pasado anterior a los valores democráticos. ¿Pero saben que es peor, al menos para el PSOE? Hacer un mal análisis de los resultados. Es decir, sería poco fecundo aprovechar la circunstancia para imponer por intereses personales y de grupo una lectura interna con el solo objetivo de controlar el partido y olvidarse de lo que dicen los ciudadanos. Algo que, además de la derrota electoral debilitaría la herramienta-partido. Es decir, hay que reconocer que el fracaso tiene que ver con la incapacidad de las dos izquierdas para construir, en su momento, un gobierno estable y de progreso que aportara bienestar. Pero también, que lo que representa la presencia de los dos presidentes de la Junta en el banquillo, la inmigración no regulada, la confrontación con los sindicatos, etc., no son los mejores avales para una victoria.

Además de lo propio, de lo andaluz, deberíamos escuchar a lo que la realidad europea, junto con voces como las de J. Habermas, S. Alimi y diferentes catedráticos de lo político y social, nos advierten: la decadencia de la socialdemocracia tiene que ver con su indefinición o no marcar clara diferencia hasta el extremo de que nadie sabe para que es necesaria. Intelectuales que le piden un nuevo contrato social y le señalan que tragar sin alternativas políticas austericidas contra personas y países solo conduce a la abstención y a la presencia del populismo.

Querido/a lector/a, la izquierda debería aprender que, después de la derrota, degollarse o purgarse no es la mejor solución.

*Analista político