La pregunta es esa. ¿Qué ciudad queremos? Es una pregunta que nos la deberíamos hacer cada día todas y todos. Porque hacer de Castelló una ciudad con más bienestar es una responsabilidad colectiva, del conjunto de la sociedad, pero también individual. Somos corresponsables del presente y del futuro de la ciudad, formamos parte de un mismo proyecto y debemos asumir el reto de hacer posible que Castelló sea la mejor ciudad para ser felices.

En estos días finales de febrero vivimos un momento de agitación política que distorsiona la tranquilidad habitual, ante la cercanía de procesos electorales que están a la vuelta de la esquina. El 28 de abril participaremos en la definición del nuevo Gobierno de España, es una convocatoria importante, pero si hay una cita importante es la del 26 de mayo, cuando seremos convocados a decidir con nuestro voto el sentido del futuro para esta ciudad. Escogeremos quiénes queremos que sean las personas que nos representen en el Ayuntamiento. Y el proyecto que defienden.

La tensión electoral es patente y se percibe en el ambiente. Son tiempos en los que es fácil escuchar voces de exaltación de algunas formaciones políticas que sólo conciben el diálogo desde la estridencia y el griterío. Son los que han perdido cuatro años en poner palos en las ruedas y en destruir lo positivo.

Frente a las actitudes frentistas y de exaltación, hay que contraponer la sensatez. El gobierno municipal ha trabajado para transformar Castelló en una ciudad con más oportunidades, más abierta y participativa, más dinámica, más sostenible. Cualquiera que no esté cegado por el fanatismo lo puede observar.

El cambio ha sido productivo, con inversiones que han generado empleo, con recursos para el bienestar social, con un urbanismo pensado para las personas, con participación ciudadana en los grandes proyectos, con cultura y deporte para todas y todos que han dado vida a Castelló, con igualdad, con libertades y con derechos.

Las socialistas y los socialistas nos presentaremos a la convocatoria electoral con la baza de la credibilidad. Hemos gestionado con eficacia y con honradez, y vamos a rendir cuentas de lo que hemos hecho. Los compromisos y las voluntades de hace cuatro años se han transformado en proyectos que han ayudado a cambiar el concepto de ciudad. Tenemos la convicción de que ha sido un periodo especialmente fructífero para nuestro Castelló. No lo dicen solo las estadísticas, es la voz de la gente la que lo proclama.

PODEMOS presentarnos ante la ciudadanía con la cara alta y las manos limpias. A diferencia de la otra orilla, que solo se reafirma como opción política cuando genera ruido, impone la crispación y alienta el miedo. Aquellas y aquellos que tuvieron la oportunidad de trabajar por Castelló y que prefirieron trabajar para ellos mismos. Solo hay que leer los periódicos y escuchar las radios para comprobar la huella que dejaron y el descrédito para la ciudad. La corrupción de la derecha ha arruinado la reputación de la Comunitat Valenciana. ¿Hay alguien, de verdad, que quiera volver a ese modelo de ciudad?

*Alcaldesa de Castelló