La profundidad de la crisis que afronta España y la Comunitat Valenciana no admite complacencias. Sin embargo, tanto Sánchez como Puig siguen sumidos en un autoaplauso permanente que evita la crítica y solo les hace estar pendientes de cómo seguir manteniendo su actual situación a costa de los ciudadanos que cada día sufren más. Pese al ruido mediático y la apariencia, siguen sin proponer nada real para salir adelante. Los planes de choque para la recuperación económica o la reconstrucción no dejan de ser un compendio de buenas intenciones, un conjunto de medidas e iniciativas teóricas sin consignación presupuestaria para ejecutarlas, y que --en la mayoría de casos-- ellos mismos reconocen que nunca van a cumplir porque ni siquiera saben cómo hacerlo. Ahí está su ruinosa propuesta de subida de impuestos como ejemplo para remediar la caída de ingresos.

Mientras se dedican a transmitir su triunfalismo publicitario, intentando entretener al personal con otras cuestiones que erosionan las instituciones, el panorama es desolador se mire donde se mire: en la economía, en lo sanitario, en lo educativo, en lo social y en lo institucional.

Es difícil hacerlo peor. En siete meses, este Gobierno ha hundido la economía hasta extremos nunca conocidos con una nefasta gestión de la pandemia del coronavirus, caracterizada por las constantes mentiras, convertidas ya en algo consustancial a los gobiernos de izquierdas.

La expropiación de los ahorros de los ayuntamientos es la puntilla en el balance nefasto de un gobierno que solo acierta cuando rectifica. Las empresas y los autónomos luchan por sobrevivir ante el incierto futuro que les espera. Hay casi medio millón de desempleados en la Comunitat Valenciana y miles de trabajadores en ERTE. La administración no paga a familias y empresas y retira ayudas.

La situación sanitaria solo genera inseguridad y miedo por la falta de actuaciones. Faltan médicos en los centros de salud en pleno rebrote, desoyen a los médicos jóvenes a quienes abocan a la precariedad ignorando sus derechos laborales e, incluso, han abandonado a las familias de afectados por el coronavirus a las que Puig ni siquiera quiere recibir. Tampoco sabemos nada del regreso a las aulas, donde se dibuja un único escenario no viable en estos momentos.

El PP ejerce una oposición responsable, y ante la inacción del ejecutivo, su vacío y superficialidad, hemos propuesto pactos en materia sanitaria, social y económica. Desde el PPCV no estamos aquí para desgastar al gobierno en espera de las próximas elecciones. No. Queremos colaborar activamente para ayudar a los valencianos a superar cuanto antes esta crisis y que el Consell deje de dar bandazos sin saber hacia dónde. Nosotros sabemos cómo sacar esto adelante, con trabajo, rigor y una gestión eficaz. Pero nos preguntamos qué más debe pasar para que Puig se percate de que, con estos socios botánicos, va directo al precipicio. Seguimos tendiéndole la mano. H

*Presidenta PPCV