La diversidad étnica no debe convertirse en un peligro con el que perforar nuestros corazones». Esta frase de Nelson Mandela ha venido a mi mente durante estos días tristes y de terror.

Hablo de terror porque estoy segura que lo vivido por ese pasajero negro en el metro de Valencia hace unos días atrás por el hecho de llevar la mascarilla mal puesta, lo mínimo que le causó fue pánico. Sí, fue presa de pánico, temiendo por su vida, por ello la reacción que tuvo cuando le increparon; además de sujetarlo y agarrarle por el cuello, lo inmovilizaron entre varios, los trabajadores de la empresa de seguridad ayudados por otros pasajeros, que también llevaban la mascarilla mal puesta. Quien tenga ojos y no quiera ver que no lo vea, pero según el video —que está en redes— y acorde a los comentarios que han hecho testigos, había más usuarios que no llevaban la mascarilla puesta de forma correcta y por ello consideran que haber tratado de esa manera violenta al joven negro es una clara muestra de discriminación.

Desde el Consell se ha informado que se ha pedido copia de la grabación total de las imágenes, además de un informe a la empresa de seguridad a fin de conocer cómo ocurrieron los hechos y así poder definir si hubo o no agresión racista. Una responsabilidad también de la empresa Metrovalencia, que por su parte ha abierto investigación por la detención del pasajero por parte del personal de seguridad, con el añadido, aunque no lo mencionen, que fueron ayudados por otros pasajeros. ¿En qué clase de sociedad vivimos? ¿Dónde está la justicia social?

No creo que llegue el día en que como en Gran Torino, cuando Clint Eastwood, ante el ataque y acoso de tres jóvenes negros a una chica con rasgos orientales, en plena calle, les enfrenta diciendo «¿Qué tramáis morenos?». No creo que llegue el día en que alguno de los que son ahora violentados por el color de su piel digan ante un ataque racista «¿Qué tramáis blanquitos?» y aplacar la violencia como lo hace Clint Eastwood. No creo que llegue, tampoco hace falta que llegue. Lo que sí es vital, lo que sí tiene que llegar, es el momento en que podamos vivir en una sociedad libre de racismo, xenofobia o de cualquier otra forma de intolerancia, de violencia, de exclusión. Es el gran desafío que tenemos como representantes públicos.

Para lograr la justicia social hemos de luchar contra el racismo, desde todos los frentes, unidas, la sociedad civil, los y las activistas, las entidades que trabajan por los derechos humanos, los representantes públicos también. Porque los diputados y diputadas somos garantes de los derechos de la ciudadanía, estamos al servicio de las personas, también de quienes sufren ataques racistas. No debemos flojear en esta tarea porque el discurso de la derecha y la ultraderecha, un discurso del odio para ganar votos, está calando, no cesa y hace que este tipo de episodios sea algo frecuente.

Desde Unides Podem no vamos a tolerar que se repitan sucesos como el del metro de València, que parece tener un tinte racista, digo que parece a la espera de que concluyan las investigaciones. No vamos a permitir que este hecho quede impune. No vamos a cejar en nuestro esfuerzo de trabajar cada día por la dignidad de las personas, de todas, sin excepción.

*Diputada de Unides Podem por Castellón en Les Corts