Hoy es el día de la Hispanidad, día en el que se celebra la construcción de nuestro Estado a partir de la pluralidad cultural. Precisamente ese reconocimiento a cada territorio que conforma España es lo que nos dejó celebrar el domingo pasado, El 9 d’Octubre, nuestra andadura y configuración como pueblo. Es una efeméride digna de celebrarse, porque a lo largo de ocho siglos ha permitido la vertebración de nuestro carácter emprendedor, imaginativo, trabajador y voluntarioso, capaz de ofrendar nuevas glorias a España, como bien lo testimonia nuestra historia. Es una fecha que exige un compromiso de identidad con nuestra tierra y nuestras señas, que el bipartito del PSOE y Compromís se esté encargando de eliminar para integrarse en el ámbito de «uns Països Catalans». Prefieren ser catalanes de segunda, que castellonenses o valencianos de primera.

No faltan los ejemplos que corroboran lo dicho, cómo la participación de la vicepresidenta de la Diputación de Valencia o la Secretaria Autonómica de Hacienda de la Generalitat en un acto de celebración del 9 d’Octubre en el que Compromís exhibió una bandera catalana gigante en la cima del monte Benicadell, o las actuaciones en materia educativa, del conseller Marzá.

El Consell, con el señor Puig a la cabeza, sabe muy bien que esas actitudes no cuentan con el beneplácito de muchas personas y, por eso un año más, en la procesión cívica, el equipo de gobierno tuvo que fletar un autobús para hacer oídos sordos a los abucheos de los valencianos en un recorrido de menos de un kilómetro. Pero sin embargo, el president parece encontrarse muy cómodo con esa ideología que siempre ha sido la suya y que, curiosamente, no la comparten todos los miembros de su partido. Son muchos los socialistas que están hartos de tanta radicalidad y catalanismo. No les gusta haber vendido su alma a Compromís, porque el precio está resultando demasiado alto.

No hay justificación que valga, Compromís y PSOE no deben cerrar sus oídos a «La veu d’un poble» que manifiesta, de forma atronadora, su auténtica voluntad disconforme con esa postura pancatalana, en la que Puig se manifiesta como el ordenanza que le abre las puertas a Puigdemont.

PARA EL PP el 9 d’Octubre no solo es una festividad identitaria, para nosotros es una celebración reivindicativa de la auténtica singularidad valenciana. Es un día en el que defendemos lo nuestro y a los nuestros. Donde el separatismo no cabe, donde el odio no existe y donde decimos alto y claro: somos castellonenses, valencianos y españoles, si eso le molesta a alguien, a quien le pique... H

*Diputada autonómica del PP