Querido/a lector/a, hay personas y colectivos que acusan a P. Sánchez y a P. Iglesias de radicales. Pero no lo hacen para señalar que sus reflexiones o decisiones van a la raíz de las cosas, sino para advertir de peligro.

La verdad es que, sin compartirlas, las entiendo. Para unos, más tradicionales, el PSOE debe estar alrededor del centro político y la moderación porque ahí reside el poder. Para otros, esa entente con Podemos puede querer repartir mejor la riqueza y, eso, representa recortar beneficios. No obstante, y para unos y otros, la realidad señala que cuando se formó esa alianza no existía ningún partido con mayoría absoluta para gobernar y, peor aún, el PP y Cs se negaban al diálogo. Además, los retos de España exigían unas políticas que, frente a las austericidas medidas de la derecha, afrontasen el futuro defendiendo la inclusión y la igualdad o, si se prefiere, reivindicando el carácter emancipador de la política, el bien común y la justicia social. Razones, todas ellas, difíciles de poder pactar con la derecha y difíciles, también, de llevar a cabo por un partido socialdemócrata de corte tradicional, en solitario y sin mayoría absoluta. Encima, y por si lo dicho no era suficiente, en una UE en la que algunos de sus iguales socialdemócratas han perdido utilidad social y presencia politica.

Así que lo de pactar el PSOE con Podemos aparecía como algo no habitual, pero lo único posible, necesario y hasta demandado por la afiliación. No obstante, de momento, a pesar de las diferencias políticas y de no disponer de la conveniente mayoría, no existe propuesta del gobierno que por su carácter radical esté fuera de lo adecuado y conveniente. En última instancia, lo preocupante es la intolerancia con la que algunos tratan al legítimo gobierno de España.

*Analista político