Rafa Simó lleva ya cinco años encargándose de las obras de la ciudad de Castelló; de su plan urbanístico, o más bien de su falta de plan; de los asuntos del distrito marítimo (que no son un tema baladí) y de otras muchas y variadas cuestiones. Ha crecido profesionalmente a medida que ha ganado experiencia y así, sin prisa pero sin pausa, ha terminado convirtiéndose en un político de gran peso en la municipalidad de esta bendita tierra.

Como buen licenciado en Matemáticas, su cabeza no funciona como las de aquellos que nos dedicamos a las letras. No es impulsivo. Es reflexivo y tenaz. Rafa analiza, calcula, pondera y después decide y ejecuta. Por eso, entre otras cosas, se ha convertido en todo un referente de la socialdemocracia castellonense.

No se parece en nada a todos esos mediocres que pululan por su partido como alma en pena, mendigando un carguito aquí o allá.

Ahora tiene un importante reto por delante. Ha de conseguir que Francisco Toledo , flamante presidente de Puertos del Estado, no sea añorado. Toledo ha sido el mejor presidente que Port Castelló ha tenido a lo largo de su historia, y Simó debe relevarle con inteligencia, trabajo duro y sacrificio, mucho sacrificio. No lo tiene, para nada, fácil. El listón que se ha puesto está muy alto, pero creo firmemente que Ximo Puig ha acertado con su designación como nuevo presidente de la Autoridad Portuaria de Castellón. H

*Escritor