Nos reinventamos.Es una de las consignas. Si no nos adaptamos a lo que nos viene encima, acabaremos sucumbiendo.

La presión que se genera es ingente, porque no hablamos de la posibilidad de salir de la zona de confort, sino de la obligación de hacerlo, de lanzarnos al vacío, empujados por un viento inclemente y por un escuadrón que nos persigue. En este reinventarse, sin embargo, también existe la posibilidad de encontrar bolsas de oportunidad, vetas de negocio desconocidas. Opciones que no habíamos tenido en cuenta y que ahora se presentan como una salvación de la empresa.

Están, por ejemplo, los detectives privados. Imagino que muchas de las tareas de seguimiento, y que son fundamentos probatorios de adulterios o indagaciones sobre paraderos desconocidos, se han visto afectadas por la crisis pandémica.

¿Qué hacer, pues? Ofrecerse al Ministerio de Sanidad por ser «rastreadores de contactos». Es decir, dedicar toda su experiencia previa profesional a prevenir la proliferación de cadenas de contagio, «para evitar la propagación de la enfermedad». A mí me cuesta mucho imaginar a Philip Marlowe pasando informes epidemiológicos. Pero bien, la cuestión ahora es reinventarse.

*Escritor