El secretario de Estado de Cultura, Fernando Benzo, anunció el jueves en una emisora de radio la rebaja del IVA del cine del 21% al 10% a partir del próximo año. Una medida en la línea de la que se produjo el pasado 31 de marzo para los espectáculos en vivo: teatro, danza, conciertos y corridas de toros. Que en aquel momento no abarcara también al cine fue visto por el sector como un agravio, y más cuando el cine español se mueve siempre en el filo del precipicio ante la locomotora que llega desde Hollywood. Por ello hay que recibir la noticia, pendiente de confirmación, con un aplauso por los beneficios que supone tanto para la industria como para el espectador.

Pese a que fuentes del ministerio apuntaron después que esa rebaja es más «un deseo que una realidad», cabe suponer que un secretario de Estado no habla sin conocimiento de causa. Y que esa puntualización posterior solo obedece probablemente a cuestiones propias de la política, las propias de las negociaciones de los Presupuestos Generales del 2018. Esta rebaja al IVA reducido fue una de las condiciones que puso Ciudadanos para dar su apoyo a las cuentas gubernamentales. La recuperación económica hace casi obligatorio que la exhibición de películas deje de estar gravada con la tasa impositiva más alta de toda la zona euro. Pese a la menor recaudación que pueda suponer, hay otras variables, como la creación y mantenimiento de puestos de trabajo, que compensan este apoyo a una industria cultural.