Ciertamente la comunicación a través de las redes sociales es de tal nivel que ha cogido, digamos, por sorpresa al sistema legal. Existen lagunas y se ha de poner remedio a ello. Hay comentarios no solo ofensivos sino incluso amenazantes hacia personas que son frecuentes y que se han de frenar. La buena utilización del avance de la tecnología es un principio que se da por entendido y aceptado. Pero la realidad es otra. Tenemos la tristemente conocida manipulación de menores con objetivos diversos. No olvidemos el tema de la radicalización y la obtención de datos personales, con fines delictivos, obviamente.

Hay una evolución entre los más jóvenes que no entienden su vida sin un medio de comunicación instantáneo y, a ser posible, de alta gama. Ver niños, ni tan siquiera adolescentes, manipulando teléfonos móviles con toda libertad, me da verdadero pánico. Es cierto que hay medios para restringir el acceso a ciertos programas pero no se activan en muchos de los casos.

He visto, con tristeza, las reacciones de padres que, mostrando su pena, declaraban que sus hijos, responsables o víctimas de hechos y situaciones graves, eran adolescentes nada problemáticos si bien, reconocían, algunos, que eran retraídos y silenciosos, centrados en el ordenador, principalmente, y con una alta actividad a través de las redes que ellos daban por normal. Error.

La ciencia avanza pero hemos de proteger a nuestra juventud del aspecto negativo que este progreso puede perjudicarla.

Otro problema existente es el excesivo uso de la comunicación, no siempre por necesidad, sino por adicción. Las tertulias se ven interrumpidas por el móvil y a veces los contertulios ignorados. ¿Es una nueva forma de educación?

*Secretaria provincial de Derechos Civiles del PSPV-PSOE Castellón