El nacionalismo mantiene una extraña relación con la cultura, una especie de manía persecutoria que le hace sobrevalorar a una parte de ella, mientras que al resto la discrimina y relega a la oscuridad. Para Compromís, hay una parte de la cultura que merece ser promocionada y otra no. Fiel a esa hoja de ruta nacionalista, quieren imponer también en Castellón lo que es cultura y lo que no, apropiándose de algunas manifestaciones que considera válidas y esforzándose en mutilar aquellas que, a su juicio, se encuentran en una suerte de inferioridad técnica y estética.

Así nos lo ha hecho saber la concejala de Cultura al señalar quiénes merecen seguir utilizando espacios culturales tan emblemáticos como el Teatro Principal y quiénes no. «Los profesionales tienen que estar en un teatro, los amateurs en otro escenario y cada cosa tiene que tener su sitio». Tamaña afrenta le espetó sin rubor la portavoz del Gobierno del bipartito y la mantuvo el pasado jueves en el Pleno cuando debatíamos una moción del PP en la que les instábamos a permitir que todos aquellos colectivos de Castellón que ya usaban el Teatro Principal lo siguieran haciendo. Pero no. Para ellos, hay una cultura de primera que, por supuesto, es la suya (Raimon y el Pep Gimeno el Botifarra) y otra cultura invasora de segunda a la que es necesario mutilar porque impide la homogeneización y el adoctrinamiento (véase la ópera o la zarzuela). Para los nacionalistas, la cultura es lo que ellos digan y para eso están los responsables políticos: para decidir qué cultura debemos o no consumir. Una superioridad moral que se atrevió a poner de manifiesto el pasado 7 de junio el director del Institut Valencià de Cultura al aseverar durante una reunión que «venimos a reeducar en materia cultural a los castellonenses». Lo vimos con la educación, y ahora empiezan por la cultura. Misma hoja de ruta que en Cataluña hace 20 años... Peligro.

*Portavoz del grupo municipal popular en Castellón