Desde la perspectiva de las personas empobrecidas y más vulnerables, pensamos imprescindible que la reconstrucción no sea un retorno a la vieja normalidad. Si la crisis de 2008 hizo patente que no puede haber un crecimiento verdadero y durable, construido sobre movimientos especulativos, el afán de consumo y el endeudamiento, con el covid-19 aprendemos que no hay muros contra los efectos de la globalización y sólo un comportamiento ético responsable de todos los agentes, coordinado y comprometido puede hacer viable otra economía.

Fortalecer la gobernanza global es un requisito para la reconstrucción, que seamos sinceros, se superpone a problemas estructurales en nuestras sociedades capitalistas y a otros coyunturales no solucionados. En tiempos de globalización hemos de aumentar la capacidad de respuesta global. Las crisis pueden ser más o menos previsibles, pero siempre comportan incertidumbre, por esto o mantenemos una capacidad de respuesta global continuada, o será difícil una respuesta adecuada.

No es posible responder a lo extraordinario si ordinariamente no tenemos instrumentos de respuesta. Las capacidades no se improvisan y vivir al límite es no llegar. ¿A alguien le ha podido extrañar que haya afectado la crisis de salud más a unas comunidades que a otras, a unos grupos que a otros? Ampliar la red de servicios públicos, mantenerla fuerte, como red de protección social universal es una buena apuesta. Debe ser una prioridad. Sobre esa base hay que tejer la urdimbre comunitaria que es también fundamental. Lo que llamamos «iniciativa social» debe ser también preocupación pública cuidarla y potenciarla. La solidaridad y el altruismo, se ha dicho, son imprescindibles en las crisis. Sí, pero no se improvisan, se han de cultivar con una pedagogía que haga notar su valor.

También las crisis son oportunidades. En esta ha resultado paradójico que el confinamiento, el distanciamiento social profiláctico, ha traído un redescubrimiento de las relaciones de proximidad vecinal, que debería desarrollarse en formas de relación, de humanización de la convivencia, socialización de los cuidados y acompañamiento para sobrellevar juntos cargas y esperanzas.

El mundo postpandémico será costoso a nivel macro y a nivel micro. Con un nivel de incertidumbre que hace difícil elaborar estrategias y planes, como mejor antídoto al pesimismo. Además tampoco nos hemos capacitado para el consenso a nivel político institucional, más bien nos vemos arrastrados por «el gran retroceso», más faltos que nunca de democracia económica y de ética de la responsabilidad (para afrontar la crisis económica, social y ecológica). Sin embargo, el post neoliberalismo no puede ser retroceso abierto a populismos de derechas.

Ese «gran retroceso» apunta a la tentación del proteccionismo y la autosuficiencia, al recurso al aplazamiento crónico de las deudas. Como se ha dicho, las ayudas deben ser inmediatas, llegar a las personas y a las empresas sin dilación para que no se pierda tejido productivo, o se pierda el mínimo, incluso favoreciendo la reconstrucción. (J. Torres). Será inevitable que muchas empresas desaparezcan o se conviertan en zombies (P. Gil).

Por eso necesitamos «proyectar» los rasgos del periodo que se avecina, lo que queremos cambiar, reanudar o expandir. No hemos de volver a la normalidad… y si el covid-19 nos ha frenado, esta es la oportunidad de dar un giro (B. Latour) (M. Miranda) y propiciar una estrategia nacional con prioridades bien definidas y a ser posible consensuadas (J. Torres).

Cuando hace días se habló de unos nuevos pactos de la Moncloa, los sindicatos lo saludamos, aun sabiendo que en los de 1977 tuvimos un papel subalterno que no deseamos, pero si algo podemos aportar es el convencimiento de que el diálogo social es imprescindible. Urgimos a ello conscientes que representamos a la parte que peor lo ha tenido y lo va a tener en cualquier escenario, aunque no sean solo las trabajadoras y los trabajadores.

De un «hilo de crisis» es imposible salir bien parados, más si se vuelve a incidir en problemas no resueltos. Por eso es fundamental otorgarse confianza entre interlocutores y dar valor a la participación. Desarrollar lo cooperativo de la Democracia (D. Innerarity), que es lo que más pone en cuestión el populismo de derechas.

*Ex Secr. General CCOO PV i Dto. Escuela Sindical CCOO PV, Ramón Paredes