Castellón y la Comunitat estrenan esta semana la fase 3 de la desescalada en el confinamiento por la crisis del covid-19, acercándose ya a una nueva normalidad en la que urge una adaptación rápida y eficiente del sistema sanitario, en todos sus niveles, capaz de prevenir rebrotes del virus para atajarlos, así como de atender otra potencial pandemia en un futuro y, por supuesto, cubrir las necesidades cotidianas de la población, también durante los meses de verano, cuando el número de residentes se multiplica en tantos municipios.

Más allá del problema endémico de las listas de espera quirúrgicas, la atención primaria es uno de los ejes que precisan medidas contundentes, tal y como ha quedado de manifiesto a lo largo de los últimos meses, con dificultades que se intensifican a la hora de iniciar los preparativos para este verano.

El president Ximo Puig anunció ayer tanto la necesidad como la voluntad de realizar una reforma «potente» de la sanidad pública valenciana en este primer escalón, que ahora se enfrenta a una red de ambulatorios en la que no todos están preparados para poder abrir sus puertas con las condiciones de seguridad que precisa la actual crisis. Entre las opciones que se barajan es la apertura por las tardes de los centros que sí pueden garantizar las distancias exigidas para evitar contagios, una de las vías que contemplará el plan de refuerzo para los próximos meses. Mientras, quedan paralizados esperados proyectos como la reforma de Urgencias en el Hospital General de Castelló.

Queda por hacer un trabajo ingente.