La música suena bien y la puesta en escena no pudo estar mejor diseñada. Cónclave de todo el Consell en una de las comarcas con menos densidad de población de toda la Comunitat, l’Alt Millars, y Ximo Puig --vecino de Morella-- ejerciendo de maestro de ceremonias para trazar los planes que intenten poner freno al éxodo rural. Deberes para todos los consellers sin excepción y el encargo a cuatro universidades valencianas para configurar un estudio con el que ayudar a hacer frente a esa pérdida demográfica de la Comunitat.

Todo perfecto, a no ser porque en enero del 2018, es decir, hace año y medio, el Consell --con casi las mismas caras-- se reunió en el Baix Maestrat y también fijó como prioridad absoluta el tema de la despoblación. Sin embargo, en estos meses poco han conseguido avanzar. Por tanto, han cosechado un suspenso en la materia.

El reloj sigue su curso, el problema del éxodo rural es cada día mayor y no parece oportuno tener que esperar no sabemos cuántos meses a que las universidades tracen un plan a seguir. Los expertos ya han hablado claro al respecto en varios estudios y el propio Consell dio a conocer el sábado un paquete de medidas, además bastante detallado, a aplicar por cada departamento. Bastaría con que cada conseller tenga sus deberes encima de la mesa de su despacho y vaya evaluando cada mes el cumplimiento de los mismos. No sería de recibo que dentro de año y medio vuelvan a vendernos la despoblación como objetivo primordial sin avanzar nada, o casi nada.

Por lo demás, resulta imprescindible que todas las administraciones sumen sinergias. Generalitat, Diputación y también el Gobierno central. Todos remando con los ayuntamientos para no dejar a las futuras generaciones un interior de Castellón convertido en un desierto.