Mañana lunes comienza la fase 1 de la desescalada, aunque no en toda la provincia. En ella, ya se va a permitir el contacto social en grupos reducidos de familiares o amigos, para personas no vulnerables, ni con patologías previas. Además, también se permitirá la apertura de terrazas con limitaciones de ocupación hasta el 50%, así como la de comercios de menos de 400 m2.

Son muchas las personas que afrontan con miedo y ansiedad esta anhelada libertad, emociones normales tras ocho semanas de confinamiento, ya que nada genera más angustia al ser humano que la incertidumbre. Cualquier cambio, aunque sea a mejor, es una fuente de estrés que exige un periodo de adaptación. La reclusión fue desagradable, pero nuestros mecanismos de supervivencia contrarrestaron la mala sensación y, por lo general, nos adaptamos bien al confinamiento.

Ahora, siendo el factor humano clave para salir de la pandemia hay que aprovechar las salidas para volver poco a poco a la normalidad, pero siempre con responsabilidad. Este término se ha asociado generalmente a carga u obligación, cuando en realidad no se debe entender así. Ser responsable es la capacidad para responder frente a unos actos, la habilidad para tomar decisiones por uno mismo, siendo el compromiso que se adquiere con nuestras acciones una característica indispensable para nuestro crecimiento personal.

Y esto viene al caso porque en este periodo, y seguro que también en las fases venideras, ha habido gente que ha hecho trampa saltándose el confinamiento y, encima, alardeando de ello. Estos necios piensan que son mas listos que los demás cuando lo único que han demostrado es lo gaznápiros, petulantes e irresponsables que han sido. Un estudio demostró hace un tiempo que existen diferentes grados de estupidez, y que el más alto aparece en aquellas personas que asumen situaciones de riesgo, conscientes de las consecuencias, pensando solo en su beneficio propio. Abominable.

*Psicólogo clínico

(www.carloshidalgo.es)