La opinión del diario se expresa solo en los editoriales.

Los artículos exponen posturas personales.

Es imposible que unos Juegos Olímpicos constituyan un fracaso. Un espectáculo que despierta tanta expectación y llega a todo el mundo puede con todas las dificultades. Los Juegos clausurados esta madrugada en Río de Janeiro no han sido una excepción, aunque han distado mucho de estar a la altura de los mejores. La ciudad brasileña ha cumplido, pero la brillantez solo estuvo presente en la colorista ceremonia de inauguración. Las instalaciones deportivas han respondido a las exigencias, igual que el alojamiento de los atletas. En cambio, el transporte, ha sido la muestra más clara de las deficiencias logísticas. El otro aspecto negativo ha sido la muy desigual asistencia de público a las pruebas.

La convulsión política que derivó en el apartamiento del poder de Dilma Rousseff completó un cuadro con el objetivo de ofrecer una imagen eficiente de Brasil. En el deporte, Río ha ratificado los mitos de Usain Bolt y Michael Phelps, y ha lanzado al estrellato a figuras como Simone Biles o Katinka Hosszú. El balance de la delegación española es satisfactorio, con 17 medallas, siete de ellas de oro. Y, como en Londres 2012, la mayor parte son de mujeres. La incorporación de las españolas al deporte tiene como fruto un éxito que ha de contribuir a avanzar hacia la igualdad. Tokio 2020 lo deberá confirmar.