El pasado día 6 el gobierno de España aprobó un techo de gasto de casi 200.000 millones de euros, un 53% más del vigente este año. Es el más expansivo de la historia, en el año en que más se va a contraer la economía, va a crecer el paro, más va a caer la actividad empresarial y más se van a disparar la deuda y el déficit.

Es un cóctel explosivo. Sería como si a un afectado por un recorte salarial del 30% le diera por gastar un 50% más de lo habitual y elevar su deuda un 100% por encima de los recursos que tiene.

Hay una parte de esa política económica que se comprende y los expertos subrayan que, en momentos de crisis económica, el Estado tiene que recurrir a la deuda pública porque para eso está, para robustecer el andamiaje socioeconómico. Tú te endeudas porque hay alguien que cree en ti y sabe que se lo vas a devolver.

Por eso es importante diferenciar entre gasto e inversión. Porque si caen las familias y las empresas la recuperación va a ser imposible, porque cuando pase el vendaval, los que tienen que impulsar esa recuperación, habrán desaparecido.

Los ingresos habituales del Estado en un año sin turbulencias rondan los 200.000 millones de euros. Un 12% viene del Impuesto de Sociedades y un 40% de la renta del IRPF. Pero la recaudación de esos dos este año se va a hundir: cierre de más de 90.000 empresas, incremento del paro más allá del 20%. Es decir, se derrumba la suma de los ingresos que suman más de la mitad de lo que ingresa el Estado.

Y eso nos lleva a una pregunta: ¿cómo piensan cubrir el gasto previsto? Y ahí está la trampa: fondos europeos y subidas de impuestos. El problema es que las transferencias que vendrán de Europa están condicionadas a determinados compromisos; los 140.000 millones van a llegar en seis años, y de momento para este año, llegarán 20.000 millones de euros. Por lo tanto, la subida de impuestos –con todo tipo de excusas-- va a ser determinante. Todo lo demás procederá de una fiscalidad agresiva con el IVA, los autónomos, Impuesto de Sociedades a las empresas que sobrevivan, impuestos indirectos, impuestos verdes, marrones, al ahorro y a los cuatro ricos que haya en España. Sanseacabó.

La alternativa sería adelgazar el gasto corriente de la administración pública y dejar de llamar Estado del Bienestar a lo que en realidad es el Bienestar del Estado . Pero eso no va a ocurrir. El gobierno social comunista ha optado por sacrificar al sector productivo, a las empresas y a los trabajadores para rescatarse a sí mismo.

Vamos a tener una deuda insoportable que mañana pagarán las próximas generaciones, pero que ahora van a pagar los trabajadores y las pymes y autónomos. Todo para presumir de un ficticio escudo social . No hay nada más antisocial que la deuda, el déficit y el paro. Y no hay nada más dañino para un país que planificar una sociedad dividida en la que la mitad más uno sea subvencionada y la mitad menos uno, haga un esfuerzo insoportable.

El déficit que el Gobierno sitúa en un 11,7% es brutal, pero llegará a más, tal y como señalan diferentes instituciones como el FMI, la Airef y diversas agencias de calificación de deuda. Y eso se va a comer todas las ayudas europeas.

Si España fuera una empresa, estaríamos en quiebra. H

*Portavoz del PP en la Diputación