La salud es lo primero y eso nadie lo discute. Porque si no salvamos el máximo número de vidas no podremos salvar tampoco puestos de trabajo. Pero ello no quiere decir que debamos abandonar la economía y no garantizar un futuro digno.

Escuchaba el otro día al presidente del Gobierno pedir un esfuerzo extra a los jóvenes ante lo que viene. A unos jóvenes que recordemos sobreviven en una crisis permanente desde que tienen uso de razón con unos sueldos muy bajos y que les impide emanciparse o hacerlo dignamente. Pues bien, yo no le pediría el esfuerzo a los jóvenes, nos lo pediría a nosotros, a los políticos. En particular, al Ejecutivo y a los gobiernos que encabezan las diferentes administraciones desde la UE hasta los ayuntamientos.

No es ninguna sorpresa si les digo que vamos a pasar por tiempos difíciles. Para algunos, de hecho, estos tiempos ya han llegado. Muchísimos autónomos se han quedado en casa desde que se decretó el estado de alarma. O lo que es lo mismo, muchas familias cuentan con cero ingresos desde hace casi un mes. En la provincia, para ser exactos, casi 41.000 personas. Que se dice pronto. La paradoja estriba cuando estos pese a no contar con ingresos deben pagar impuestos.

¿Este es el esfuerzo del que habla Sánchez? A ellos no les ha pedido un esfuerzo, directamente les ha obligado. Les ha obligado a pagar las cuotas de marzo y hará lo propio en abril aún no habiendo podido trabajar. Les ha obligado a elegir entre sostener su negocio o sostener a su familia cubriendo las necesidades básicas. ¿Se imaginan ustedes tener que elegir entre pagar 286,15 euros de cuota o pagar la factura de la luz? Seguramente sí, porque unos cuantos habrán tenido que pasar por este trance estos días.

Por tanto, hay que trabajar por una solución seria y para quienes son el músculo de nuestro tejido productivo y que históricamente han sido tratados como el patito feo del sistema.

Pero al igual que hay que darles apoyo efectivo a estos, también hay que hacerlo con los empresarios y trabajadores. La actividad económica no se puede cerrar sin un Plan B ni de forma improvisada. En los tiempos que corren es imprescindible la seguridad jurídica y la certidumbre. El fondo y las formas cuentan por igual.

En el caso de nuestra provincia, esta decisión tomada sin consenso puede hacernos pagar un precio muy alto a corto-medio plazo. El clúster cerámico no posee un mando universal desde el cual poder apagar toda la producción repentinamente sino que necesita una planificación previa, así como la inyección urgente de liquidez para evitar males mayores.

A la más que previsible mala salud del sector cerámico, se suma la estocada casi mortal al turismo. «Después de la borrasca Gloria, solo nos faltaba la pandemia», ese es el pensamiento generalizado de hoteleros y hosteleros Desde aquí, a ellos y al resto de sectores claves como la agricultura y la pesca les digo que no desesperen. Si todas las administraciones, sean del color que sean, hacen ese esfuerzo extra, les aseguro que resurgiremos mejores, más fuertes y adaptados a una nueva realidad.

*Portavoz de Cs en Diputación y Ayuntamiento de Benicàssim