El actual gobierno valenciano, conocido como el desgobierno valenciano , llegó al poder para salvar a las personas. Eso dijeron. Aunque hace tiempo que no les oigo repetir ese mantra. Se nota que llevan cinco años en la poltrona y se les ha olvidado alguno de los principios que defendieron cuando eran oposición. El caso, queridos lectores, es que una de las cosas que deberían hacer para salvar personas, por encima de todo, es cuidar la sanidad. Mimarla. Creer en ella. Y eso es algo que ese desgobierno ha olvidado por completo. La sanidad pública, especialmente la atención primaria, pero también la que se desarrolla en otros planos, está abandonada a su suerte.

Ninguna de las consejeras que ha ocupado el cargo en los últimos años ha dado la talla. Sus perfiles, más políticos que técnicos, más de carné del partido que de doctorado médico, más de echar horas y horas en la sede que de echarlas en un hospital o centro de salud, no han sido los adecuados. Y así nos luce el pelo. La sanidad pública valenciana languidece. Se muere. Se asfixia bajo toneladas de incompetencia, burocracia y absurdas disquisiciones filosóficas sobre galgos y podencos. Mientras tanto, las listas de espera se eternizan. Los sanitarios se deprimen por la falta de medios y los usuarios se cabrean por la falta de atención. ¡Qué desastre! H

*Escritor