Las tascas son uno de los centros neurálgicos del ocio y la gastronomía de Castellón. Se trata de uno de los que más tradición tiene, con décadas de trayectoria, y que congrega cada fin de semana a miles de castellonenses.

Sin embargo, en los últimos años vemos cómo están teniendo enormes dificultades para desarrollar su actividad, como consecuencia de una maraña legal y judicial que parece no tener fin. La última se ha conocido hace unos días, cuando el Tribunal Superior de Justicia (TSJCV) ha anulado el artículo de la ordenanza municipal que reconocía «la singularidad» de las calles Isaac Peral y Barracas, y con ella la de la actividad de los locales que se extienden a lo largo de ellas, prohibiendo el consumo de alcohol en la vía pública.

Una puntilla más hacia la extinción de una tipología de negocios que es santo y seña de la identidad de Castellón y que es historia viva --cada vez menos-- de los castellonenses. Mientras otras ciudades se consolidan por su oferta gastronómica y lúdica similar, en Castellón ocurre justo lo contrario. Incluso localidades como Vila-real y Benicàssim están despuntando con sus tascas.

Castellón necesita a las tascas y las tascas necesitan a Castellón. En un momento en el que el centro se muere, con cientos de persianas bajadas y locales vacíos, las tascas son un polo de atracción de público.

Por eso se hace necesaria la redacción de una nueva ordenanza municipal. Una norma que nazca desde el consenso y con el mayor de los apoyos. El grupo municipal popular tendemos la mano al gobierno para trabajar por el interés general. Es hora de dar una solución definitiva a las tascas. Por el ocio, el turismo y la gastronomía de Castellón.

*Portavoz del grupo popular en el Ayuntamiento de Castellón