Querido lector/a, es evidente para cualquier persona que tenga interés en lo político que durante los últimos años, y con razón, los militantes de los partidos han venido exigiendo e imponiendo más democracia y participación. Pero, al mismo tiempo, también es indiscutible que una democracia más consultiva obliga a un mayor compromiso, a una dedicación más permanente. Razón simple que la destaco porque, anteayer, en la reunión que se celebró en la Vall (en el marco de las primarias para la elección del secretario general del PSPV-PSOE) para conocer las propuestas de uno de los candidatos, escuche que alguien decía, cosa parecida a: «salimos de las primarias de Pedro Sanchez, estamos en las de Ximo Puig y aquí no paramos ni descansamos nunca». Bueno pues, eso es lo que hay: más participación y democracia supone más vinculación, implicación, presencia, etc.

En mi caso la cuestión estaba clara, ninguna crítica a quien se acerca hablar. Se trataba, simplemente, de hacer alguna propuesta. En esa línea defendí que se entendiera el liderazgo no como una voz solitaria sino como aquello que provoca el dialogo, el consenso y el conocimiento colectivo. Que el partido esté vivo y tenga un papel, que no sea una especie de dama de compañía del gobierno. Que busque vías y formas (es posible porque estamos legales y la tecnología lo posibilita) para que las decisiones básicas se consulten a los afiliados. Que exista preocupación por aquello que hemos llamado el valencianismo político, ser de aquí, ser útiles aquí, ejercer de PSPV en el marco del PSOE. Que la palabra integración, importante, porque no existe liderazgo social sino existe cohesión, que vaya siempre unida a dedicación, valía, principios, etc, y no a lamerle el culo a nadie ni a votar a este o al otro.

Se trata de opinar en libertad y aportar aquello que uno considere oportuno. Nada más.

*Êxperto en extranjería