Querido lector:

La provincia de Castellón ha vendido en la Feria de Turismo de Madrid, una de las principales citas del sector del mundo, todo su potencial. Ha vendido sus playas y su montaña, ha vendido su excepcional clima, se ha presentado como tierra del deporte, ha presentado sus mejores galas gastronómicas atendiendo a un producto de calidad y a una cocina que comienza a desarrollarse profesionalmente, ha vendido su cultura y sus fiestas y ha destacado dos infraestructuras que permiten un acceso especializado: el aeropuerto y el puerto. Y todo ello bajo el nuevo mantra que preside todo lo que se puede comprar y vender desde el inicio de la crisis, el precio. Castellón se ha vendido a muy buen precio, lo que no deja de ser un valor reconocido en estos tiempos donde se busca la competitividad frente a destinos turísticos mucho más consolidados.

La presencia de Castellón en Fitur ha dejado de lado además los fastos del pasado y aunque se ha vendido un territorio de conjunto, muy diverso y muy próximo, se ha centrado en incidir en la negociación profesional, en la negociación directa y en la búsqueda de concreción. La profesionalización del Patronato Provincial de Turismo ha tenido mucho que ver en este aspecto.

Sentarse a pactar paquetes concretos, negociar con aerolíneas nuevos trayectos o acordar con touroperadores fechas o alojamientos concretos, al tiempo que se vende la marca de un territorio con sus múltiples posibilidades turísticas, ha sido la política empleada.

Si estas acciones de negocio se ven acompañadas, como ha ocurrido en los últimos ejercicios, de una huida del turismo del Mediterráneo oriental y del norte de África por problemas de seguridad y de una atracción por precio del turismo del Este de Europa en general, Castellón seguramente logrará una magnífica campaña, que ayudará a crear empleo y a desarrollar las empresas del sector.

Por supuesto que nos faltan muchas cosas, pero el turismo sigue siendo uno de los sectores por donde Castellón debe crecer.