Es agosto y las noticias lo notan. Olas de calor, festivales de música, la canción del verano (este año no acabo de tener clara cuál es), datos turísticos, sucesos en playas y piscinas, balconing (afortunadamente cada año menos), culebrones de fichajes futbolísticos, siestas viendo el Tour de Francia y en el ámbito político municipal críticas de la oposición con dudoso fundamento.

Ya sabrán ustedes que el gobierno municipal ha tenido que parar las obras de remodelación del parque de la Panderola por imprevistos recogidos en un informe técnico. Es evidente que es una situación que no nos gusta pero que debíamos hacer. Parar, repensar, modificar, tramitar un nuevo proyecto y retomar las obras. Que aparezcan en el transcurso de las obras desviaciones respecto a lo proyectado inicialmente y haya que adoptar soluciones viables no es nada extraordinario, y aunque había otras opciones de resolverlas, en este caso, al ser una actuación de fondos europeos, lo más aconsejable era tomar esta medida necesaria desde el punto de vista administrativo pero que llevada a la práctica puede provocar críticas políticas.

Dentro de esas críticas previsibles, cómo no, han aparecido las del Partido Popular de Castelló. Las esperaba porque una paralización de obras suele ser carnaza para una oposición instalada en el antigobierno y las entiendo porque solo dos concejales del actual grupo popular han tenido experiencia en gobierno (aunque no en competencias de obras) y además actualmente uno está más preocupado por hacer oposición en la Diputación y otra, si se me permite la expresión, desaparecida en combate. Con esta situación de inexperiencia en la ejecución de obras, se entiende todo mejor. Dicho lo cual, y no entiendan ni un ápice de sarcasmo en mis palabras, me alegro de que el PP tenga un concejal que se ocupe y preocupe por el Grau. Cosa que la noche electoral no tenía. Lo digo de verdad.

Lo que sí sonroja es leer que el PP de la Gürtel acuse al actual gobierno de ir dopado por iniciar unas obras «haciendo un uso partidista de la institución». Es de un descaro impresentable. Según su criterio, es lo mismo recibir aportaciones por adjudicaciones de contratos públicos (como ellos hicieron) que cuadriplicar las inversiones. Si entienden que ir dopado es obtener una subvención europea de 20,2 millones de euros, reducir a la mitad la deuda pública que ellos dejaron, darle vida a la ciudad, aumentar un 42% los usuarios de transporte público, aumentar un 650% las políticas de fomento del empleo o recuperar la teleasistencia y el centro de día para enfermos de alzhéimer… apaga y vámonos. De dopaje nada. Trabajo, trabajo y más trabajo. Con humildad, dedicación, buen talante y una preocupación por el bienestar ciudadano que se había perdido en los últimos mandatos de la derecha en esta ciudad. Nosotros, frente a la mentira y la difamación, seguiremos trabajando por mejorar Castelló i el Grau.

YO ENTIENDO que algunos necesiten entender qué pasó en las elecciones municipales de mayo donde ganó el Partido Socialista. Si el argumento del dopaje les vale, mejor para nosotros. Ellos que sigan con su propia canción. La realidad no la cambiará ningún clásico del verano.

*Teniente de alcaldía del Grau y portavoz del gobierno a Castelló