Eco era una elocuente ninfa que generaba animadas conversaciones contando maravillosas historias, por lo que Zeus le encargó que entretuviera a su esposa Hera, mientras él visitaba a las ninfas con las que tenía amoríos. Cuando Hera descubrió el engaño, castigó a Eco quitándole el don del habla y obligándole a repetir la última palabra que decía la persona con la que hablara. Eco se retiró a vivir al campo donde conoció a Narciso, un hermoso pastor, del que se enamoró. Cuando Narciso le habló, al ella solo poder repetir su última palabra, él se burló y la despreció. Eco huyó ocultándose en una cueva donde se consumió. Desde aquel momento solo su voz permanece, repitiendo la última palabra de quienes se internan en las montañas.

En la actualidad, esta figura mitológica simboliza a muchas de esas personas que luchan por tener voz propia, por hacerse visibles. El ecoísmo es un término novedoso en psicología usado para hacer referencia a esas personas que viven condicionadas por una figura narcisista. Son personas afectuosas y emocionalmente sensibles pero que sienten una gran incomodidad cuando son el centro de atención. Saben escuchar y son muy empáticas, sin embargo, no se sienten seguras expresando sus necesidades a los demás. Con frecuencia no suelen apreciar su valía y rara vez reconocen sus logros. Son personas que no toman iniciativas por no molestar a otros, temiendo expresar sus necesidades y priorizando la de los demás, por lo que son perfiles pasivos y poco asertivos debido a la presión de un entorno narcisista. El ecoísmo mas que un trastorno psicológico es un rasgo de la personalidad que indica que aunque en el pasado se pudo ser fuerte y hábil (como Eco) la presencia de un ególatra (como Narciso) puede anularnos por completo.

*Psicólogo clínico

(www.carloshidalgo.es)